lunes, 20 de octubre de 2014

Capítulo 1: Humillación


Es temprano en la ciudad de Miami, la capital del sol. Se ve desde un ángulo panorámico las playas pobladas de turistas, centros culturales, carreteras y lo más altos edificios. En las calles de Downtown Miami, por la que transitan varios autos, está Estela, que aprovechando el semáforo en rojo, hace el lavado de parabrisas a algunos vehículos. La joven carga en la espalda una guitarra y viste de una manera que la hace ver como un chico, con gorra, camisa de cuadros y jeans, a parte de que tiene el rostro algo sucio.



Estela: ¿Le gusta así mi don? (Termina de limpiar el parabrisas de un auto). ¿O quiere que le friegue más al vidrio? (sonríe).

El conductor del auto asienta con la cabeza, indicándole a Estela que está satisfecho con la limpieza. Estela se acerca a la ventanilla y el hombre le entrega un par de billetes.

Estela: ¡Mil gracias don! Si quiere también le puedo cantar una canción, no le cobro y a lo mejor le queda gustando.


INT. / DISQUERA STYLE MUSIC / DÍA

Carlota se baja del ascensor en el piso principal. La mujer, que viste de manera elegante y sofisticada, se acerca caminando muy recatada al puesto de Mariana. Usa unos lentes de sol negros, medias veladas y tacones, por supuesto también un abrigo de alta calidad textil.



Carlota: Buenos días señorita (Se quita los lentes con delicadeza). ¿Se encuentra mi novio en su oficina?

Mariana: Sí señora Dos Santos, el señor Alexis sí está, pero me dijo que no quería que nadie lo interrumpiera. Tiene mucho trabajo.

Carlota: Pero yo soy su prometida. Nos vamos a casar, así que a mí tendrá que recibirme por más trabajo que tenga. No es necesario que me anuncie con él. Yo le daré la sorpresa (Hablando con soberbia).

Carlota le lanza una mirada de desprecio a Mariana y se retira en dirección a la oficina de Alexis. Mariana suspira, mientras niega con la cabeza.

Mariana: ¡Uich! (Toma un lápiz y lo parte a la mitad). No entiendo cómo es que Alexis se va a casar con una vieja decrépita como esa. ¡Qué mal gusto tiene! Y a mí ni siquiera me puede mirar de otra manera. Si tan sólo supiera lo mucho que lo quiero, que lo amo (triste).

Por otra parte, Carlota entra sin permiso a la oficina de Alexis. Éste está concentrado, trabajando en su computador portátil. Escribe un documento.



Carlota: ¡Hola mi amor! (se acerca a él y le roba un beso).

Alexis (extrañado): ¿Carlota? (se levanta molesto de su puesto). ¿Se puede saber qué estás haciendo aquí? ¿Cómo entraste? ¿Por qué Mariana no me avisó de tu llegada?

Carlota: Le pedí a esa mujer que me permitiera entrar para darte una sorpresa. Pensé en querer compartir más tiempo contigo, ahora que pronto nos casaremos, pero ya que no te agrada mi visita, lo mejor es que me vaya. Disculpa que te haya molestado.

Carlota finge desánimo, se da la vuelta, pero Alexis la detiene tomándola de un brazo.

Alexis: Espera Carlota, por favor quédate. Yo no quería hacerte sentir mal, discúlpame tú a mí. He tenido mucho estrés por estos días, hay mucho trabajo que hacer. Mi padre está de viaje, así que toda la responsabilidad recae sobre mí.

Carlota: Ya no sé qué pensar Alexis (solloza). Si tú supieras lo mucho que me duele esa actitud tan fría. Yo siento que el corazón se me arruga. Yo te amo, pero si tú no sientes lo mismo por mí con la misma intensidad, no puedo hacer nada.

Alexis: Yo también… te amo Carlota (dice con duda). Para mí eres una mujer especial, hermosa, elegante. Me fascinaste cuando te conocí a pesar de la diferencia de edad. ¿Crees que si no sintiera algo por ti, te habría pedido matrimonio?

Carlota se da la vuelta, dejando de darle la espalda a su prometido. Deja caer de sus ojos un par de lágrimas.

Carlota: ¿De verdad te parezco una mujer hermosa? ¿Estás seguro de lo que dices Alexis?

Alexis: (sonriendo) Por supuesto que sí. Te voy a demostrar que el hecho de que seas una mujer mayor, no cambia en nada que sigas bastante atractiva por dentro y por fuera.

Carlota: (llorando de emoción) Me haces realmente feliz. Mi vida no sería igual sin ti mi amor, perdóname por ser una tonta. Te amo con toda mi alma.

Carlota se abraza a Alexis fuertemente. Él la toma con delicadeza de la barbilla y la besa. Carlota le corresponde con más intensidad. Poco a poco la pasión se apodera de ellos. Carlota le quita el chaleco a Alexis, mientras él cargándola de las piernas, la monta sobre el escritorio. Ellos continúan comiéndose a besos apasionados.

EXT. / CALLES DE DOWNTOWN, MIAMI / DÍA



Estela está cantando una de sus canciones, compuesta por ella misma “Heaven”, mientras toca con gran destreza su guitarra acústica. Tiene varios espectadores, algunos de acercan y le dejan billetes o monedas en un recipiente. La joven canta con sentimiento y al terminar, es aplaudida por las personas.



Estela: (sonriendo) ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

Más personas, fascinadas con la presentación continúan echándole más dinero en el recipiente. Ella sigue agradeciendo.

INT. / PENSIÓN / NOCHE

Ya ha caído la noche en Miami. Estela está sirviendo la humilde cena en el comedor, donde están sentados sus dos hermanos menores. Viven en un cuarto bastante modesto y gris de una pensión.



Juana: (mirando con repugnancia la comida) ¿De nuevo lo mismo? Ya me estoy cansando de comer pan con lentejas todos los días.

Estela: Eso es lo que hay Juana. La plata que me gano trabajando no es mucha. Tienes que entender.

Juana: ¿Entender qué? ¿Esta inmunda pobreza? ¡Estoy harta de vivir así! (desesperada). Ya no soporto más tanta miseria.

Sebastián: ¿Por qué no te callas ya Juana? Tú no eres la que se parte el lomo saliendo a trabajar a la calle todos los días para mantenernos. Tienes que agradecerle a Estela lo que poquito que tenemos.

Juana: (levantándose molesta) ¿Y por qué no te callas tú? Yo hablo cómo se me dé la gana. ¿Entendido? ¿Qué nos ha dado Estela? Desde que se murieron mamá y papá sólo hemos pasado necesidades con ella.

Estela: ¡Ya está bueno Juana! Ya me tienes harta con tu gritería, la misma de todos los días quejándote por todo. ¿Tú crees que vivo muy bien así? ¿Tú crees que me gusta vivir en esta miseria? Yo quisiera poderles dar a los dos mejor vida, pero no puedo (solloza). ¿Qué hago?

Juana: (a Estela) ¡Nada! ¡No puedes hacer nada porque eres una miserable, mediocre, que no sirve para nada! Si sirvieras para algo, ya serías esa cantante súper famosa que tanto sueñas ser y viviríamos mucho mejor, pero no lo has logrado porque eres una inútil.

Estela (recia): ¡A mí me respetas! ¡No me hables así!

Juana: Te hablo como quiera. ¿Te duele que te diga la verdad? ¿Te duele reconocer que eres una inútil que no va a llegar a ninguna parte?

De repente, Estela le lanza una leve cachetada a su hermana. Ésta se vuelve el rostro mirando fulminante a Estela.

Juana: (gritando) ¡Te odio Estela! ¡Te odio!

La chica sale corriendo del cuarto.

Estela: ¡Juana vuelve aquí! ¡Juana! (Rompe a llorar).

Sebastián se levanta y abraza a su hermana, compadecido de ella.

Sebastián: No le hagas caso a Juana. Ya sabes cómo es.

Estela: (entre lágrimas) Ella tiene toda la razón Sebas. Yo no he podido darles lo que se merecen. ¡Por más que chambee, les falta casi todo! Yo quisiera que pudiéramos vivir mejor, que estudiaran en un colegio más finolis, que comieran mejor, pero no puedo.

Sebastián: No digas eso hermanita. Tú has sido muy buena, te has sacrificado mucho por Juana y por mí. Ella podrá ser una malagradecida, pero yo sí veo el esfuerzo que has hecho por nosotros. Es más, mañana mismo me comienzo a buscar chamba y así te ayudo. ¿Qué te parece? (sonríe).

Estela: (apartándose) No Sebastián. Eso no. Tú ahora tienes que terminar la prepa, al igual que Juana. Los dos tienen que estudiar, salir adelante, ser diferentes a mí que doy vergüenza, pena (rota de dolor).

Sebastián: Estela…

Estela: ¡Mírame Sebastián! ¿Qué te parezco? La gente de la calle me mira con lástima, como si fuera un bicho raro, un animal sucio y desamparado (llorando amargamente). Tú no te alcanzas a imaginar cómo me siento por dentro con esas miradas. ¡Me siento humillada mendigando compasión! ¡Yo no quiero que eso les pase a ustedes!

Sebastián: Ya no te des tan duro. No me gusta que hables así de ti. Ya no más.

Sebastián vuelve a abrazar a su hermana y no puede evitar llorar.

Sebastián: Yo te quiero mucho hermanita, acuérdate de eso. Tú todavía eres joven, tienes mucho talento y con seguridad algún día vas a ser una cantante profesional que estará en toda la cima. Tengamos fe en que vendrán mejores cosas.

Los dos continúan abrazados fraternalmente.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS / NOCHE

Carlota e Isabel, su hija, están disfrutando de un momento relajante en la tina, repleta de agua con espuma. Cada una bebe licor en diferentes copas.



Isabel: Ay mamá. Ten un poco de pudor, por favor. No quiero que me cuentes tus intimidades (avergonzada).

Carlota: ¿Y a quién más le voy a contar de estas cosas si no eres tú hija? Mis amigas son una ralea de ordinarias, chismosas a las que no les tengo ni pisca de confianza. Ya sabes como son.

Isabel: Ok. ¿Y para cuándo es la boda finalmente?

Carlota: Si todo sale bien, para dentro de dos meses. Va a ser la boda del año con todos los preparativos que estamos organizando. Aún me falta escoger el vestido. Quiero que sea el más caro, elegante y de mejor diseño.

Isabel: En mi opinión no deberías tener sexo tan apresurado con Alexis, mamá. ¿Y si se aburre de ti para cuando estén casados?

Carlota: Eso no va a suceder Isabel. Primero utilizaré cada estrategia que tenga a mi alcance para atarlo a mí. Ese hombre es mío y no pienso perderlo bajo ninguna circunstancia. Sólo él me hace vibrar, me hace sentir mujer…

Isabel: Cada vez me doy cuenta que eres letal mamá (ríe).

Carlota: Así hay que ser hija mía. La vida hay que saberla enfrentar para que nadie nos tome la delantera. Aprende eso.

Las dos mujeres siguen conversando.

EXT. / PARQUE / NOCHE

Ya es bastante tarde. Juana camina por las calles, sintiendo algo de frío; aún está furiosa por la discusión que tuvo con su hermana. En eso, se encuentra con una amiga que está acompañada de otro amigo.



La amiga: ¿Qué onda Juanita? ¿Qué haces a estas horas por aquí? ¿Te le escapaste a tu hermana?

Juanita: Prácticamente eso hice. Me peleé con ella y por encima de eso, se atrevió a pegarme la muy estúpida. La detesto, me da un asco tremendo.

El amigo: Oye, pero es tu hermana ¿no? Hablas bien feo de ella.

Juana: Lo que hablo de ella es poco comparado a lo que se merece. Me tiene harta la pobreza en que vivo, la porquería de comida que me da. No me provoca volver a esa pensión. Me muero del asco de solo pensar que tengo que volver a esa vida (desesperada).

La amiga: Tranquila Juanita. Nosotros tenemos algo que te puede hacer olvidar los problemas y que te hará sentir mucho mejor.

El otro muchacho saca del bolsillo de su jean una bolsita transparente que contiene un polvo blanco. Es droga, la cual le entrega a Juana. Ella la recibe algo sorprendida.

El amigo: Pruébala sin miedos. Verás lo bien que te hace sentir (sonríe). Así te olvidas de la pesada de tu hermana.

Juana mira la bolsita algo indecisa. Sus malas amistades siguen impulsándole a que pruebe.

INT. / PENSIÓN / AL DÍA SIGUIENTE

Ya ha amanecido. Estela está sirviéndole el desayuno a Sebastián. Ella está lista para salir a trabajar, mientras Sebastián tiene el uniforme escolar para ir a la preparatoria.



Estela (muy angustiada): ¿Dónde se pudo haber metido Juana? No pasó la noche aquí. ¿Cómo me hace esto esa rebelde?

Sebastián (preocupado): Y es la primera vez que lo hace. La única parte que se me ocurre en donde pudo haber pasado la noche es la casa de Wendy.

Estela: ¿Y quién es Wendy? ¿Una amiga?

Sebastián: Sí, pero esa muchacha no puede ser eso. Tiene que ser una mala compañía. Por encima se le nota que es una drogadicta.

En ese momento, tocan la puerta.

Estela: Debe ser ella. Tiene que ser la Juana. ¡Pero ya verá! Le voy a cantar la tabla a la muy necia.

Estela se dirige a abrir la puerta, pero ve que no es Juana, sino una señora que viste sencilla.

Estela (desanimada): Doña Margarita. Es usted.

Doña Margarita: Sí muchacha, soy yo. Vine por el dinero de la renta que me llevas atrasado desde hace un mes.

Estela: Doña Margarita, perdóneme pero todavía no le tengo completo el dinero. Este mes las cosas han estado muy duras. Pero espérese hasta la semana que viene y miro a ver cómo me consigo la plata.

Doña Margarita: No mija, eso me llevas diciendo desde hace un mes. Ni creas que me vas a seguir viendo la cara, eh. Para mañana quiero mi dinero, porque de lo contrario, te echo a la calle a ti y a tus hermanos. Aquí no se vive de gratis, ni más faltaba.

Estela mira frustrada a la señora.

INT. / MANSIÓN SAÍN, COMEDOR / DÍA

Alexis y Marcela, su hermana menor, están desayunando en un elegante comedor de cristal. Todo el lugar recibe iluminación por el gran ventanal cubierto de cortinas de seda.



Marcela: ¿Y cuándo regresa papá de su viaje?

Alexis: No me dijo nada seguro. Puede que regrese la semana próxima, un mes, no sé. Lo cierto es que me deja a mí al cargo en el peor momento.

Marcela (extrañada): ¿Por qué lo dices? ¿Te está yendo mal?

Alexis: Lo digo porque en el último mes las ventas han bajado considerablemente y hemos perdido socios importantes. Las personas prefieren descargar la música por Internet sin ningún costo.

Marcela: Tal vez la disquera necesita un nuevo cantante, alguien que sea sensacional y llame la atención con música diferente. Podrías organizar algo así como un concurso.

Alexis: ¿Un concurso? No sería mala idea.

Marcela: U otra opción sería que me permitieran...

Alexis: (interrumpiéndole) Ya hablamos de eso Marcela. Ya sabes muy bien qué opina papá respecto a eso.

Marcela (frustrada y alterada): ¿Pero por qué? No entiendo por qué papá está empeñado en matar mis ilusiones, mis sueños, mis aspiraciones. Yo quiero ser cantante, quiero que mis canciones sean escuchadas en las estaciones de radio, ser admirada, tener fans. Yo quiero darme a conocer por mi voz Alexis.

Alexis: Y yo no voy en contra de eso, al contrario, sabes que si fuera por mí, tendrías toda la libertad para que ser cantautora, artista o lo que quisieras ser, pero una cosa es lo que yo pienso a lo que piensa papá. Él quiere que te especialices en administración de empresas.

Marcela: Yo no quiero eso para mi vida. (Se levanta del puesto) Quiero ser una estrella y vivir de los ingresos que obtenga con mis canciones. Es injusto que papá me obligue. Mi vida es mía y hago lo que quiera con ella (Empieza a temblar).

Alexis: Por favor Marcela, cálmate ya. Mira nada más cómo te pones. Eso no es bueno para tus nervios.

Marcela: (gritando) ¡No me trates como si estuviera loca Alexis! (Tira histérica la comida al piso). ¡Mis nervios están perfectamente!

Alexis: ¡Marcela, ya! ¡Basta! (La toma de los brazos y zarandea).

Marcela: ¡No me toques! ¡No quiero que me toques, no quiero que toque nadie! ¡Suéltame! (Revolviéndose).

Alexis: (gritando) ¡Ya no más! ¡Te calmas o me veré obligado a inyectarte un sedante! ¿Eso quieres? ¿Sí? ¿Eso quieres?

Marcela rompe a llorar de la frustración en brazos de su hermano. Acto seguido, la joven sale corriendo desesperadamente a su cuarto. Alexis sale tras ella.

Alexis: ¡Marcela! ¡Marcela!

Marcela se encierra en su cuarto. Toma una fotografía que tiene de su padre en la mesita de noche y la tira contra el piso. El vidrio del marco se rompe en pedazos.

Marcela: ¿Por qué me odias? (Le habla a la foto inanimada de su padre) ¿Por qué eres tan injusto conmigo? Yo a ti te adoro papá y no te imaginas cómo me duele la manera en que me desprecias (llorando desconsolada). ¡Siento que me hierve la sangre cuando me tratas con esa frialdad, como si valiera basura! (Habla con odio).

Marcela se derrumba, sumisa en el llanto.

EXT. / COLEGIO, SALIDA / HORAS DESPUÉS

Es la hora de salida. Suena el timbre y los estudiantes salen. Juana camina con prisa, con la cabeza agachada. Sebastián grita su nombre repetitivamente, corriendo tras ella.



Sebastián: ¡Juana, Juana! (La alcanza). ¿Qué pasa contigo? ¿Dónde estuviste la noche entera? ¿Por qué estás tan rara?

Juana no responde, sólo mantiene la cabeza baja.

Sebastián: ¿Por qué no me respondes? ¿Qué te pasa?

Sebastián va a alzarle la cabeza a Juana con la mano, pero de inmediato, ésta se la quita con violencia.

Juana: ¡No te atrevas a tocarme imbécil! ¡Déjame en paz! ¡Fuera de mi vista!

La joven sale corriendo, pero Sebastián nuevamente le da alcance, la toma de un brazo y la gira a él. Sebastián se percata que Juana tiene los ojos rojos y se comporta de manera extraña. Él no la suelta.

Sebastián (impresionado): ¿Qué fue lo que hiciste? ¡Respóndeme ya! ¿Dónde fue que pasaste la noche? ¿Fue con la tal Wendy? ¿Fue con ella? ¡Dime!

Juana: (soltándose) ¡No tengo por qué responderte nada! No tengo por qué darte explicaciones de lo que haga. Yo hago con mi vida lo que se me pegue la gana. ¿Entendido?

Juana se va caminando furiosa. Sebastián se queda preocupado.

EXT. / CALLES DE DOWNTOW, MIAMI / NOCHE

Estela ya está terminando su jornada de trabajo. Le acaba de limpiar el parabrisas del auto a un señor. Éste le entrega los billetes por la ventanilla.



Estela: ¡Gracias señor! (Le sonríe agradecida).

Estela se guarda el dinero en un bolsillo del jean. Carga su guitarra acústica en la espalda. Tiene el rostro sucio como de costumbre. En eso, se topa con un tipo de mal aspecto que le obstaculiza el paso.

Estela: (mirándolo con recelo) ¿Y tú qué hermano? Quítate. Necesito pasar.

Hombre: Más te vale que no digas mamacita. (Le amenaza con una navaja disimuladamente) Entrégame toda la plata que tengas y rápido.

Estela: ¡Pues no te entrego nada! ¡Mátame si quieres, pero no te doy nada hermanito! ¿Cómo la ves? (Mirándolo desafiante).

Hombre (furioso): Con que esas tenemos. ¿Te las das de muy valiente? ¡Entrégame de una buena vez la plata o te mato aquí mismo!

En un momento dado, Estela le pega una patada en los genitales al tipo. Éste se retuerce de dolor y Estela ve la oportunidad de salir corriendo.

Hombre: ¡Perra desgraciada! ¡Espera a que te atrape!

La muchacha corre lo más rápido que puede, mirando constante hacia atrás. Cerca de allí, por una carretera, viene Alexis conduciendo su auto. Por esa misma carretera no transitan muchos vehículos. Es cuando Estela se cruza y Alexis frena a tiempo, forzosamente. Ella se queda paralizada y ambos comparten miradas de impresión.

EXT. / PENSIÓN / NOCHE

En la pensión donde residen Estela y sus hermanos, hay un terrible incendio que los bomberos tratan de controlar. Todos los residentes están afuera. Sebastián llega y se da cuenta de lo que sucede. Mira todo muy consternado.



Sebastián: No puede ser… Esto no puede estar pasando. ¡No!

EXT. / CALLES DE DOWNTOWN, MIAMI / NOCHE

Estela continúa paralizada frente al auto de Alexis. Los dos comparten miradas de impresión, de sorpresa, de alivio. En un momento dado, Estela reacciona y sale corriendo. Alexis se baja de su auto.




Alexis: (gritando) ¡Oye! ¡Espera! ¿Por qué te vas? ¡Necesito saber si estás bien, si no te hice daño!

Y extrañado por la actitud de aquella desconocida, Alexis vuelve a subir a su auto. Estela, por su parte se cansa de correr y para en una calle desolada. Ella se recuesta sobre la pared de un establecimiento, mientras jadea. En pocos segundos, sus ojos se nublan de lágrimas, pero la expresión dura de su rostro no cambia; acto seguido, se limpia las lágrimas con enojo.

Minutos después, Estela llega a la pensión, caminando a pasos lentos. Ella logra ver el dramático panorama de la pensión quemada. El incendio ya ha sido apagado por los bomberos. Muchos de los residentes tienen una cara de angustia y dolor, algunas mujeres lloran. Sebastián se acerca a su hermana.



Sebastián: Estela…

Estela (consternada): ¿Qué pasó aquí Sebastián? ¿Qué pasó?

Sebastián: La pensión se quemó. Un contador de energía explotó y hace unos minutos los bomberos lograron apagar el incendio. Nadie salió herido, menos mal, pero todo lo demás sí quedó achicharrado (triste).

Estela: Esto no puede estar pasando Sebastián, no puede estar pasando. ¿Y quién nos va a responder? ¡Ese era el techo dónde vivíamos! (desesperada). ¿Ahora dónde vamos a vivir? ¿Por qué? ¿Por qué tiene que pasar esto? ¿Por qué?

Sebastián: Ya no tiene caso que te mortifiques hermanita. La pensión ya se quemó, ya no podemos hacer nada. Si nos toca, pues nos vamos a pasar la noche debajo de un puente. Lo importante es que estemos juntos.

Estela: ¡No Sebastián! ¡Eso sí que no! Yo no puedo dejar que ustedes duerman en la calle como si fueran mendigos o de esos viejos feos que duermen las bancas. Eso sí que no me lo perdonaría. Tú y Juana merecen algo mejor.

Sebastián: Hablando de ella, la vi hoy a la salida del colegio. Me dio mala espina. Estaba rara, como si hubiera hecho algo malo, no sé.

Estela (recia): Con ella me las veré después. Tampoco puedo dejar que haga lo que se dé la gana y se vuelva una vagabunda. Ella tiene que ser una muchacha de bien. Por ahora tengo que conseguir uno de esos libros grandotes en los que se buscan direcciones y teléfonos.

Sebastián (sorprendido): ¿Un directorio? ¿Para qué?

Estela: Tenemos que saber donde vive la tía Carlota (resignada). Tenemos que ir con ella. Es la única persona a la que podemos acudir.

Sebastián: ¿La tía Carlota? Estela, la tía Carlota es una vieja estirada. Nunca quiso saber de nosotros. ¿Para qué ir con ella? Apenas nos vea, nos va a echar.

Estela: ¡Ya te lo dije Sebas! Tenemos que ir, no tenemos de otra. Por más estirada, sangrona o ricachona que sea, ella es la única que nos puede ayudar. Tengo que rogarle, no creo que sea tan gacha.

Sebastián suelta un suspiro resignado.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, SALA / NOCHE

Carlota recibe a su prometido Alexis con un beso en los labios. Isabel observa a la pareja sentada en el sofá mientras cruza las piernas.



Carlota: Me alegra muchísimo verte mi amor. Gracias por la visita. Tú sabes que los mejores momentos son los que paso a tu lado.

Alexis: (sonriendo) Te dije que deseo cambiar. Quiero demostrarte que eres importante para mí. ¡Hola Isabel! ¿Cómo estás?

Isabel: Muy bien Alexis. Gracias (se levanta). Yo mejor me retiro para que estén a solas, con más comodidad. Con permiso.

Isabel se retira tal y como lo dijo. Alexis toma asiento, mostrándose algo agotado. Carlota se sienta a su lado.

Carlota: ¿Te sientes bien mi príncipe? Te noto algo cansado (le acaricia el rostro).

Alexis: He tenido mucho trabajo en la disquera. Me siento estresado con todo, pero debo dar la mejor de mí para que cuando mi papá regrese, encuentre todo tanto o mejor de cómo lo dejó.

Carlota: Eso es lo que más me gusta de ti. Tú eres un hombre maravilloso Alexis, tan responsable, comprometido. Cada día me doy cuenta de las virtudes tan bonitas que tienes y eso me hace enamorar más de ti. Te amo mi amor.

Alexis: Yo también te quiero Carlota (la abraza). ¿Te gustaría ir a cenar?

Carlota (sorprendida): ¿Ir a cenar? La verdad sí, pero ahora me gustaría más consentirte de la manera en que yo sólo sé hacerlo. ¿Qué me dices? Así te bajo un poco el estrés (Le susurra al oído con voz lasciva y comienza a besarlo por el cuello).

Alexis: (sonriendo satisfecho) Carlota, ahora no es momento. Mejor no sigas, sabes que me es difícil decirte que no.

Pero Carlota besa con desmedida pasión a Alexis. Él no duda en corresponderle. En ese momento, irrumpe Concepción, la sirvienta de la mansión.



Concepción: Disculpe señora Carlota.

Carlota (fastidiada): ¿Qué quieres? ¿Por qué siempre eres tan inoportuna Concepción?

Concepción: Es algo urgente lo que debo comunicarle, claro que si está ocupada, puedo decirle a las personas que están buscándola que vengan más tarde o mañana.

Alexis: No te preocupes Carlota. Lo mejor es que atiendas a esas personas.

Carlota: Está bien. ¿Y qué personas son esas? ¿Mis amigas?

Concepción: Es una muchacha que viene acompañada por otros dos jóvenes. Dicen ser sus sobrinos, claro que más bien tienen pinta de pordioseros.

Carlota (sorprendida): ¿Sobrinos? (a Alexis) Quédate aquí mi amor. Iré a ver qué quieren los dichosos pordioseros esos. Ya vuelvo.

Carlota se levanta del sofá y se dirige hasta la entrada de la mansión. Allí aguarda Estela, junto a Sebastián y Juana. Ésta última mira fascinada la fachada de la mansión.



Estela (nerviosa): Espero que sí nos atienda. Ella es la única que nos puede ayudar.

Juana: Esto sí que es de locos. ¿Cómo es posible que tengamos una tía multimillonaria mientras nosotros pasamos hambres y necesidades?

Sebastián: Ella no es una buena persona. Es mejor vivir como vivimos a tener que pedirle ayuda a una mujer que apenitas nos vea, nos va a sacar volando de aquí.

Juana: Eso no tiene por qué pasar. Si somos parientes, de cierto modo tenemos derecho a los lujos que ella posee. Sería injusto que nos echara.

Estela: ¡Ya, cierren la boca! Ahí va saliendo.

Carlota se asoma y mira furiosa a sus sobrinos. La mujer se pone nerviosa.

Carlota: ¿Ustedes qué están haciendo aquí? ¡Largo ahora mismo! ¡No los quiero ver! ¡Fuera!

Estela: ¡No, espere! Escúcheme. Vinimos para pedirle ayuda tía. Nos quedamos en la calle, no tenemos a donde ir, por favor. Usted es la única que nos puede ayudar.

Carlota: Eso a mí no me importa. ¿Qué pensaron? Yo no quiero tener ningún tipo de relación con unos… pordioseros (Habla con mucho desprecio). ¡Fuera de mi casa!

Estela: (llorando) ¡Por favor, se lo suplico! (Se arrodilla). Se lo ruego tía Carlota. Usted nos tiene que ayudar, por favor. Tan siquiera deje que mis hermanos se queden aquí con usted. Yo le juro que ellos se portan bien.

Carlota: ¿Qué no entiendes, sucia? Yo no tengo por qué ayudar a una partida de indigentes cochinos. ¿Tengo cara de monja de caritativa? Si no se largan ahora, llamaré a la policía.

Estela: ¡No, por favor! (Se agarra de los pies de Carlota). Deje que mis hermanitos vivan aquí mientras veo qué hacer. Yo le pago después, es más. Si quiere deme algún trabajo, de sirvienta. Yo le limpio, le hago de todo. ¡Se lo estoy suplicando! (Llorando desgarrada). ¡Por favor!

Carlota pierde la paciencia, se suelta bruscamente de Estela, la patea y acto seguido, la escupe. Sebastián no duda en ir hacia su hermana para ayudarla a levantar del piso.

Sebastián: ¿Lo ves Estela? Fue mala idea venir aquí. Yo te dije que esto pasaría.

Carlota: ¡Ya no les pienso seguir diciendo lo mismo! ¡Lárguense y no vuelvan por aquí!

De repente, Alexis sale de la mansión aturdido por los gritos suplicantes de Estela, encontrándose con ella tirada en el piso, llorando amargamente al lado de Sebastián que intenta levantarla.

Alexis: ¿Qué está pasando aquí Carlota? ¿Qué gritos son esos?

Carlota mira asustada a su novio. Las miradas de Alexis y Estela vuelven a conectarse entre sí. Él siente por ella una fuerte impresión a pesar de su descuidado aspecto.

CONTINUARÁ…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario