miércoles, 22 de octubre de 2014

Capítulo 2: Comienza un calvario

Carlota pierde la paciencia, se suelta bruscamente de Estela, la patea y acto seguido, la escupe. Sebastián no duda en ir hacia su hermana para ayudarla a levantar del piso.



Sebastián: ¿Lo ves Estela? Fue mala idea venir aquí. Yo te dije que esto pasaría.

Carlota: ¡Ya no les pienso seguir diciendo lo mismo! ¡Lárguense y no vuelvan por aquí!

De repente, Alexis sale de la mansión aturdido por los gritos suplicantes de Estela, encontrándose con ella tirada en el piso, llorando amargamente al lado de Sebastián que intenta levantarla.



Alexis: ¿Qué está pasando aquí Carlota? ¿Qué gritos son esos?

Carlota mira asustada a su novio. Las miradas de Alexis y Estela vuelven a conectarse entre sí. Él siente por ella una fuerte impresión a pesar de su descuidado aspecto.

Alexis: (mira sorprendido a Estela) Tú. ¿Qué estás haciendo aquí? (Le pregunta a Estela).

Carlota (nerviosa): Mi amor, ellos son… mis sobrinos. Vinieron a pedirme ayuda porque están pasando por una situación económica muy difícil. ¿Ya conocías a Estela? Es mi sobrina mayor.

Alexis: Sólo me crucé con ella hace un par de horas. Casi la atropello, por accidente.

Sebastián: (susurrando) Mejor vámonos Estela. Esa mujer no piensa ayudarnos. No sigas humillándote inútilmente, no vale la pena.

Estela: Creo que tienes razón Sebas. Vámonos.

Juana: ¿Qué? Yo no me quiero ir. ¿Y en dónde vamos a vivir ahora? Ni loca dormiría en la calle, preferiría morirme antes que eso.

Estela (desanimada): Juana, por favor, no empieces.

Carlota: (a sus sobrinos) ¡Esperen! ¿Por qué se van? Entren, por favor. Hace una noche muy fría. Hablaremos de qué manera puedo ayudarles, pero no se vayan.

Sebastián: ¿Es en serio?

Carlota: Por supuesto que hablo en serio. Tal vez podremos ser parientes alejados, pero por eso no dejan de ser mis sobrinos. Tengo la obligación de acogerlos, son mi responsabilidad.

Juana sonríe feliz, mientras que Estela y Sebastián se miran entre sí con suspicacia. Carlota les sonríe con falsedad para no quedar ante Alexis como la mujer déspota que es. Minutos después, todos están adentro de la mansión. Carlota le da instrucciones a Concepción.



Carlota: Concepción, prepara dos de los cuartos disponibles para mis sobrinos Juana y Sebastián, atiéndelos muy bien, pero antes sírveles algo de comer. Los pobrecitos deben estar hambrientos, ¿no es así? (Hablando con falsa benevolencia).

Juana: Yo sí tengo muchísima hambre. Ya me estaba cansando de comer pan con lentejas diario (Fastidiada). Espero comer algo más decente.

Carlota: Y aquí lo tendrás Juanita. Si algo abunda en esta casa, es la comida. Pídele lo que quieras a Concepción.

Sebastián: (mirando con recelo a Carlota) Yo no quiero nada, muchas gracias.

Estela: Sebastián, tienes que comer algo. Ve con Juana, no rechaces lo que te ofrecen. Mira que más tarde te puedes arrepentir.

Sebastián (indeciso): Está bien.

Concepción: Bien, acompáñenme al comedor (Les dice a Juana y Sebastián).

Los dos hermanos menores de Estela, siguen a Concepción. Carlota se queda con Alexis y Estela. Él la mira a ella de manera especial. Estela se da cuenta y al cruzar sus miradas con Alexis, se avergüenza y mira para otra parte.

Alexis: Lo mejor es que me vaya ya Carlota. Se me puede hacer tarde, además tienes asuntos de familia que atender.

Carlota: Perfecto mi amor. Mañana espero tu visita de nuevo (Se engancha de brazos en el cuello de Alexis). Y recuerda que dejamos algo pendiente (Le susurra al oído con lascivia).

Alexis le sonríe a su prometida. Los dos se dan un beso sencillo y acto seguido, él se va, dejando sola a Carlota con Estela. Ésta última se queda de pie, con la cabeza agachada. Carlota se cruza de brazos y mira con notable desprecio a su sobrina.

Carlota: ¿Sabes que me hiciste pasar un mal rato en presencia de mi novio, niña?

Estela (apenada): Lo siento mucho, tía. Pero usted debe entender que ando desesperada. Mis hermanitos y yo nos quedamos en la calle. No tenemos a donde ir, por eso pensé en que usted…

Carlota: (la interrumpe) ¿Pensaste en qué? ¿Pensaste que podía ayudar a una partida de sucios, cochinos sin modales ni educación? Yo no soy una mujer caritativa. Lo que doy no es de gratis. Por eso voy a dejar que tus hermanos vivan aquí, pero bajo una condición.

Estela: (sonriendo) ¿De verdad?

Carlota: ¡Déjame hablar! Si te quieres ganar la estadía de tus hermanos y la tuya en esta casa, vas a tener que ganártela trabajando. Concepción ya tiene una edad que no le permite moverse muy rápido y por tanto necesito una sirvienta más joven, alguien como tú.

Estela: Yo me le mido al trabajo que sea, con tal de que usted acoja a mis hermanitos aquí y no les falte nada.

Carlota: Perfecto. Entonces a partir de mañana empiezas. Hablaré con Concepción para que te dé instrucciones. Una última cosa. El hecho de que seas mi sobrina, no cambia en nada el lugar de criada que tendrás en esta casa. ¿Entendido?

Estela asienta con la cabeza.

Carlota: Espero que todo te haya quedado claro entonces. Tienes que usar uniforme. Tu cuarto será el de servicio y sobretodo, te quiero limpia. Me dan asco las personas mugrientas, no las admito, ni las soporto (Hablando con seriedad).

Estela: Claro tía. En todo la obedeceré, pa’ que no se arrepienta de haberme dado trabajo.

Carlota: Eso espero, porque si fallas en algo, sales volando de esta casa con tus hermanos. No soy de tener piedad con nadie.

La mujer le lanza una mirada de burla a su sobrina y luego se retira. Estela continúa con la cabeza agachada, pero con una mirada dura y de furia, furia que trata de contener.



INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, COMEDOR / NOCHE

Juana se come con prisa un delicioso sándwich, a diferencia de Sebastián que también tiene un sándwich servido en el plato, pero no se inmuta a probarlo.



Juana: (hablando con la boca llena) ¿Qué no piensas comértelo? ¡Está súper delicioso! Hacía años no me comía algo así, con tanto gusto.

Sebastián: No tengo hambre. Me preocupa Estela. Ya viste que la tía Carlota no se portó bien con ella cuando nos recibió, pero después se puso lo más de amable. La verdad es que no confío en esa señora.

Juana: ¡Qué pesado eres! Era obvio que la tía reaccionara de esa manera al vernos. Ella es una mujer de clase, que tiene una reputación que conservar.

Sebastián: Me pregunto qué se pudo haber quedado hablando con Estela.

Él se queda pensativo en eso, mientras Juana continúa comiendo, degustando de aquel sabroso sándwich.

INT. / CASA SAÍN / NOCHE

Alexis llega a la casa algo agotado. La sirvienta lo recibe.



Sirvienta: Qué bueno que llega señor Alexis. Estoy muy preocupada por su hermana. Fui a llamarla a su habitación para cenar, pero no me abrió la puerta, ni siquiera me contestó. Y no me atreví a entrar sin su permiso para no ganarme el regaño.

Alexis (sorprendido): ¿Y no ha salido ni un solo momento?

La sirvienta le niega con la cabeza a Alexis. Éste se dirige al cuarto de Marcela. Toca la puerta, pero no recibe respuesta por parte de ella.

Alexis: ¿Marcela? (Tocando). Marcela, ábreme ya o me veré obligado a entrar a la fuerza.

Y sin esperar un solo momento más, Alexis abre la puerta. Las luces de la habitación están apagadas.

Alexis: ¿Marcela?



Y justo cuando Alexis prende las luces, se encuentra con su hermana desmayada en el piso, con las muñecas sangrando. En una de sus manos sostiene un pedazo de vidrio, mismo vidrio del marco que contenía una fotografía de su padre y la cual ella había quebrado.

Alexis: ¡Marcela! (Corre hacia ella, desesperado). ¿Pero qué hiciste?

Alexis le toma el pulso a su hermana en un lado del cuello, suspirando aliviado al ver que sigue con vida. Sin esperar un sólo momento más, él la carga entre sus brazos y la saca a toda prisa del cuarto.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS / AL DÍA SIGUIENTE

Carlota está desayunando, encabezando el comedor. Es acompañada por Isabel. Estela le sirve con mucho cuidado el café a su tía. La joven lleva puesto el uniforme típico de sirvienta, la cara limpia y el cabello recogido en una cola de caballo. Sebastián y Juana también está presentes en la mesa; ésta última sonríe feliz.



Carlota: Así como lo oyes hija. Estela es nuestra nueva sirvienta. Ella le será de mucha ayuda a Concepción que por su edad ya no puede hacer muchos esfuerzos. Lo justo es que trabaje para merecerse la estadía de ella y sus hermanos en esta casa.

Isabel: Ya veo. Mucho en gusto en conocerlos (Les dice a sus primos). Ya sabía que tenía parientes, más nunca se nos dio la oportunidad de conocernos (sonríe).

Juana: Lo mismo digo Isabel. Encantada de estar aquí, entre familia. De verdad que me siento muy a gusto con la tía Carlota y ahora contigo.

Sebastián: (cortante) También me agrada conocerte Isabel.

Estela: ¿Desean algo más? (Termina de servir el café).

Carlota: No niña, retírate (Toma un sorbo del café y comienza a toser). ¿Pero qué porquería es esta? (Furiosa). ¿Quién demonios preparó el café?

Estela (apenada): Fui yo tía. ¿Por qué? ¿Pasa algo?

Carlota: ¡Claro que pasa algo con el café, estúpida! (Le tira el café en la cara a Estela). Está frío, aguado y sin sabor. ¿Le llamas a esa porquería café? ¡Inepta! ¿Le llamas a eso café?

Isabel, Sebastián y Juana se quedan sorprendidos. Juana se ríe disimuladamente.

Estela (apenada): Disculpe usted tía. Yo preparé el café como siempre lo había hecho...

Carlota: (gritando) ¿Y qué pretendías bruta? ¿Envenenarme? Dime de una vez si vas a hacer tan inepta para saber cómo proceder contigo. ¡Dímelo!

Estela (solloza): Claro que no tía. Ya mismo le cambio el café. Le prometo que no vuelve a pasar.

Carlota: Más te vale zarrapastrosa. Me gustan a mi lado las personas eficientes, no las inútiles, ni las ineptas. ¡Lárgate de aquí!

Estela: Sí, con permiso.

La muchacha se retira del comedor a toda prisa.

Juana: Hiciste muy bien tía Carlota. Con Estela hay que ser duros para que se ponga las pilas.

Carlota: (sonriendo falsa) Gracias Juanita, pero no quiero que piensen que soy dura. Todo lo contrario. Me gusta ser exigente con los empleados y la servidumbre. Isabel puede dar crédito de ello.

Sebastián decide levantarse e irse.

Carlota: ¿No piensas terminar el desayuno Sebastián? Tienes que alimentarte bien, reponer fuerzas, más ahora que tienes la oportunidad de comer mejor.

Sebastián: (sonriéndole con ironía) No tía. Muchas gracias.

El joven se va. En la cocina, Concepción está laborando. Estela entra e inmediatamente, se lava en el lavaplatos la cara del café que le arrojó su tía hace unos momentos. La muchacha llora con discreción. Concepción se da cuenta.



Concepción: ¿Te pasa algo muchacha?

Estela: (con la voz llorosa) No se preocupe señora, no es nada.

Sebastián entra a la cocina.



Sebastián: Estela...

Estela (sorprendida): ¿Sebastián, qué estas haciendo aquí?

Sebastián: Vine para ver cómo estabas después de lo que te hizo esa señora. ¿Cómo te dejas tratar así? ¿Es ese el precio que tienes que pagar para que la tía Carlota nos permita vivir aquí?

Estela: Ella no me hizo nada Sebas. Simplemente se molestó porque no supe hacer el café. Yo estoy bien, por mí no te tienes que preocupar. Mejor ve a terminarte el desayuno y vete para la escuela. Ponle también mucho ojo a la Juana. Si hace cosas malas, me cuentas.

Sebastián: Pero Estela...

Estela: (lo interrumpe) Pero nada. Ve a terminar de comer. Hazme caso. Yo tengo mucho trabajo por hacer.

Sebastián (resignado): Está bien. Nos vemos esta tarde. Y si esa vieja decrépita te hace algo, no te quedes callada. La das su merecido por más tía nuestra que sea.

Estela: (riendo) Qué cosa contigo. Mejor vete ya. Se te va a hacer tarde.

Sebastián sale de la cocina. La sonrisa de Estela se borra de nuevo.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, CUARTO DE ISABEL / DÍA

Isabel le muestra algunas de sus pertenencias a Juana, como su ropa fina y de buena calidad. Juana mira deslumbrada los lujos de su prima.



Juana: ¡Guao! Todo esto es increíble. Me encanta tu ropa Isabel. Envidio tu armario. Ya quisiera yo tener ropa tan costosa.

Isabel: ¿Te parece? La verdad es que varias de esas prendas ya no me sirven. Si deseas, te las puedo regalar. De todos modos pienso comprarme ropa nueva más esta tarde. ¿Te gustaría acompañarme?

Juana (solloza): ¿Me lo dices en serio?

Isabel (extrañada): Por supuesto. También podemos pasar por el salón de belleza y luego ir a comer algo delicioso. ¿Qué me dices? (Le sonríe).

Juana: Claro, claro que me gustaría ir contigo. Me gustaría muchísimo. Y gracias por la ropa Isabel. Está divina, súper nice. Me encanta.

Isabel: Pues bien. Arréglate y vamos. El chofer nos lleva. Conozco un centro comercial excelente.

La emoción de Juana es notable. Ella e Isabel han logrado simpatizar muy bien.

INT. / DISQUERA STYLE MUSIC, OFICINA DE ALEXIS / HORAS DESPUÉS

Alexis está recibiendo un informe de su secretaria Mariana, sin embargo se muestra bastante frustrado.



Mariana: Y según estos balances del último mes, las ventas han reducido un quince por ciento a comparación de enero... (Se da cuenta que Alexis no le presta atención). ¿Me estás escuchando Alexis? ¿Estás bien?

Alexis: (reaccionando) Perdón Mariana. ¿Qué me decías?

Mariana: Ya no hace falta que me respondas. ¿Qué te pasa Alexis? ¿En qué andas pensando? Tú sabes que en mí puedes confiar. Más que tu secretaria, soy tu amiga. ¿Lo sabes, no?

Alexis: Sí, lo sé Mariana y te agradezco que seas tan buena conmigo, pero sinceramente mis problemas no los puedes solucionar tú. Marcela intentó suicidarse ayer, causa de su depresión y me preocupa que a este paso tenga que ser internada de nuevo en un sanatorio.

Mariana (sorprendida): ¿Y cómo está? ¿Está bien?

Alexis: Sí, afortunadamente. Se cortó las venas de la mano derecha. Estuvo cerca de morir, pero los médicos del hospital lograron cosérselas y estabilizarla. Por un momento sentí que había perdido a mi hermana, Mariana. (Se le hace un nudo en la garganta) Fue un sentimiento vacío, de pérdida, de enojo que todavía no me explico, como si todo mi mundo de derrumbara...

Mariana: Alexis (Lo toma de las manos). Lo siento mucho, sé por lo que estás pasando porque no debe ser fácil la vida tan ajetreada que tienes, pero quiero que sepas que cuentas conmigo para todo (Le sonríe tierna). Me tienes a mí para apoyarte.

Alexis (sollozo): Gracias Mariana. Tú sí que eres una buena amiga.

Mariana: Y para que veas lo mucho que te aprecio, esta tarde si me das chance, puedo ir al hospital para hablar con Marcela.

Alexis (extrañado): ¿Hablar con ella? ¿Para qué?

Mariana: Para hacerme su amiga, ganarme su confianza y ayudarla a salir de su depresión. A ella también le quiero brindar mi apoyo.

Alexis: Está bien. Puedes salir hoy dos horas más temprano. De nuevo gracias Mariana. Me has hecho sentir un poco mejor (sonríe).

Mariana: Es lo mínimo que puedo hacer por ti. Ya verás como todos tus problemas y preocupaciones irán desapareciendo con el tiempo. Te lo aseguro.

Mariana mira con ilusión a Alexis, aún tomándolo de las manos.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, CUARTO DE LAVADO / DÍA

Estela está recibiendo indicaciones de Concepción. Ésta última le enseña como echar la ropa en la lavadora y a su vez, a manejarla correctamente. Estela le presta atención.



Más tarde, la joven se pasa por el segundo piso, sacudiendo con un plumero jarrones, cuadros y mesas. Luego, con la aspiradora, se mete al cuarto de Carlota, sorprendiéndose al ver lo inmenso que es: tiene grandes ventanales y un balcón pequeño, con perfecta vista, la cama es ancha, la televisión amplia y de pantalla delgada. Estela se adentra más al cuarto y toma una fotografía de Carlota ubicada en la mesita de noche.

Estela: Vieja sinvergüenza. Mientras yo tengo que ser la sirvienta, tú estás forrada en plata y nada de lo que tienes, lo mereces. ¡Urraca! (Dice con resentimiento).

Estela pone de nuevo el retrato sobre la mesita. La muchacha abre el armario, dejando a ver la numerosa cantidad de ropa de la que dispone su tía. En la parte baja del armario hay varios tipos de tacones y un cofre. Estela sigue curioseando, por lo que toma ese cofre y lo abre, deslumbrándose al ver las costosas joyas que Carlota guarda allí.

Estela: ¡Cuántas joyas! ¡Qué bonitas! Todo junto debe valer una fortuna.

Estela saca uno de los tantos collares del cofre y se lo prueba, mientras se mira a un espejo de cuerpo completo. Ella sonríe agradada.

Estela (emocionada): ¡Me queda rete bonito!

De repente, Carlota entra al cuarto.



Carlota (furiosa): ¿Qué estás haciendo aquí?

Estela (asustada): ¡Tía! Yo...

Pero Carlota no deja a hablar a Estela y le propina una brutal cachetada.

Carlota: ¡Atrevida! ¿Cómo fuiste capaz de entrar a mi cuarto a esculcar mis cosas y probártelas? ¿Quién te dio permiso? (Le arrebata el collar del cuello a Estela).

Estela: (llorando) Perdóneme. Yo no quería, sólo me probé ese collar por mera curiosidad, pero yo le juro que no me lo quería robar...

Carlota (histérica): ¡Cállate idiota! Esto no lo vas a volver hacer nunca más.

Carlota toma del cabello a Estela, jalándola con severidad, luego la saca de su cuarto y la empuja contra el piso. Estela cae llorando.

Carlota: ¿No te ha quedado claro el lugar que tienes en esta casa? ¿Quieres que te lo enseñe por las malas, estúpida? ¿Eso quieres?

Estela: (negando con la cabeza) No tía...

Carlota: Entonces te prohíbo terminantemente acercarte a mi cuarto otra vez. Ésta es la primera y será la última. ¿Qué pretendías probándote mis joyas? ¿Parecer una dama? ¿De verdad creíste que por probarte un collar, dejarías de ser la sucia de barrio bajo que eres? No mi amor. La que eres, serás y eso no lo puedes cambiar. Un collar de estos, no es para ti. Es demasiado valioso para alguien que vale tan poco...

Carlota mira con desmedido desprecio a Estela y se encierra en su cuarto. Estela se queda llorando destrozada y humillada. La muchacha empuña las manos y las aprieta, mientras continúa llorando de ira.

INT. / CENTRO COMERCIAL / DÍA

Juana e Isabel están de compras. El chofer, quien las sigue por detrás, carga las bolsas. Luego de ello, ingresan a un salón de belleza dentro del mismo centro comercial, donde las dos son muy bien atendidas. Las empleadas les hacen arreglo de cabello, manicure y pedicura. Juana se divierte como hacía mucho no lo hacía.

Finalmente, después de aquel día, cae la noche. Juana e Isabel llegan a la mansión riendo.

Juana: Pasé un día espectacular Isabel. No te imaginas lo mucho que significó para mí todo esto. Gracias por todo.



Isabel: De nada Juana. Yo también pasé un día espectacular contigo. Las dos nos hicimos muy buenas amigas, ¿no lo crees?

Juana: Sí, claro que lo creo. Me encanta hacer amigas como tú, lo mejor es que a parte de amigas, somos primas y eso nos hace más cercanas.

Isabel: Tienes razón. Bien, me iré a tomar un baño para relajarme. Nos vemos Juana.

Isabel sube a su habitación. Juana sonríe feliz y también sube a su cuarto. Una vez llega, entra y se encuentra con Estela, parada, cruzada de brazos y mirándola muy seria.



Juana (fastidiada): ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a entrar a mi cuarto cuando no estoy? Eres una atrevida.

Estela: A mí no me vengas con tontadas Juana. Soy tu hermana mayor y por tanto tengo derecho a intervenir en todo lo que tenga que ver contigo. Ya mismo me vas a explicar por qué faltaste a la escuela por irte con Isabel.

Juana: Yo a ti no tengo por qué darte explicaciones por más hermana mayor que seas. Mejor vete y no me dañes la felicidad que siento en estos momentos.

Estela: ¿De dónde sacaste esa ropa fina que tienes guardada? ¿Quién te la dio?

Juana: ¿Eres tarada? Lárgate, sal de mi cuarto. No te pienso decir nada. ¿Por qué mejor no te vas a hacer lo tuyo? Ve a restregar pisos y lavar ollas, como lo que eres, una sucia criada (Burlándose).

Estela ante tales palabras, le lanza una leve cachetada a su hermana. Juana se vuelve el rostro, furiosa.

Juana: ¡Estúpida!

Estela: Yo te lo advertí Juana. Tú a mí no me faltas el respeto. Me lo debes. Harto me he sacrificado por ti para que me trates de esta manera. Tú no te imaginas lo que me toca pasar para que tú y Sebastián estén bien.

Juana: ¿De verdad crees que me importa tu sacrificio? ¡Me vale! Ya me tienes harta, no te soporto. Ojalá desaparecieras de mi vida para siempre, porque te detesto. ¿Me oyes? ¡Te detesto! ¡Te odio!

Estela: (rota de dolor) Si estuvieras en mi lugar sabrías que si te reprendo es para que seas una muchacha de bien, no una vagabunda, pero algún día te vas a dar cuenta de las cosas Juana y te vas a arrepentir de tus palabras.

Estela sale del cuarto. Juana hace un gesto de fastidio en el rostro.

Juana: Ridícula...

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, ENTRADA / NOCHE

Tocan el timbre de la mansión. Estela, que se dirigía a la cocina, se detiene para abrir la puerta, encontrándose con Alexis. Los dos se ven de nuevo.



Alexis: (sonriendo) Hola.

Estela (tímida): Buenas noches joven. Bien pueda pase. Ya le aviso a mi tía que usted está aquí.

Alexis pasa a la mansión. Estela se va a retirar, pero Alexis la toma del brazo, cosa que a ella le sorprende.

Alexis: Disculpa, me gustaría saber tu nombre para identificarte. Ya nos hemos visto varias veces y me parece incómodo tratarte como una desconocida.

Estela: Me llamo Estela Martínez.

Alexis: Pues bien Estela, yo me llamo Alexis Saín, soy subdirector de una disquera musical. Mi padre es el dueño. Tu tía es mi prometida y pronto nos vamos a casar.

Estela: Sí, ya me lo suponía. Iré a avisarle a mi tía. Mientras tanto usted póngase cómodo. ¿Le gustaría tomar algo?

Alexis: No, gracias. Veo que Carlota te empleó como sirvienta.

Estela: Sí, es a cambio de que nos permita vivir a mis hermanos y a mí aquí. Le ayudo con una parte del trabajo a Concepción.

Alexis: Tu situación económica no era muy buena, por lo que veo.

Estela (incómoda): Yo mejor me voy a llamar a mi tía, con permiso...

En ese momento, Carlota aparece.



Carlota: Alexis, mi amor. Pensé que no vendrías hoy de nuevo a visitarme. Te extrañé.

Carlota besa a Alexis. Éste le corresponde. Estela observa a la pareja algo molesta.

Carlota: ¿Llegaste hace mucho?

Alexis: No, de hecho me quedé platicando con Estela, tu sobrina.

Carlota: (mirando con desprecio a Estela) Mmm, pues no entiendo qué le encuentras de interesante hablar con la criada. (A Estela) ¿Qué haces ahí parada niña? ¿No tienes trabajo por hacer? Ve ayudarle a Concepción con la cena.

Estela: Sí tía, con permiso.

La muchacha se retira algo avergonzada y molesta, luego de ver como Carlota intentaba hacerla quedar en ridículo frente a Alexis.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, SALA / HORAS DESPUÉS

Ya está algo tarde. Alexis y Carlota se besan, sentados en el sofá. La mujer se le sienta encima a Alexis, comiéndoselo a besos. Alexis le corresponde, aunque no con la misma intensidad. En un momento dado, Alexis se desprende.



Alexis: Lo mejor es que me vaya ya Carlota. Son más de las diez.

Carlota (excitada): No mi amor, quédate. Yo quiero que estemos juntos (Lo besa). Y aunque tuvieras que irte, no podrías. El tránsito te detendría y te harían la prueba de alcoholemia. Recuerda que bebiste un par de copas y conducir en estado de embriaguez es un delito.

Alexis: Sí, tienes razón. Lo mejor es que me quede dormir esta noche aquí.

Carlota: Bien, entonces no esperes más mi vida. Hazme tuya.



Carlota besa con desmedida pasión a su prometido. Él le corresponde. Minutos después, los dos llegan a la habitación de Carlota, desvistiéndose mutuamente con rapidez y sutileza. Carlota le quita la camisa a Alexis, mientras él la deja en ropa interior; posterior a eso, Alexis la carga de las piernas, aún fundidos en besos. En la cama continúan dando rienda suelta a su pasión. Alexis sobre Carlota. Ésta última se deja besar de Alexis en cada parte de su cuerpo, cosa en la que ella explota de satisfacción.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, CUARTO DE ESTELA / NOCHE

Estela está acostada en su modesta cama, con el uniforme aún puesto. El cuarto que tiene es estrecho. Sin saber por qué, Estela piensa en el momento en que recibió Alexis. El recuerdo le logra sacar una sonrisa a la muchacha y en eso, se queda dormida.

HORAS DESPUÉS

Carlota irrumpe en el cuarto de Estela. Es madrugada, por lo que aún está oscuro. La mujer lleva puesta una bata y el cabello suelto.



Carlota: ¡Oye! ¡Despierta! ¡Levántate de una buena vez, sucia!

Estela (soñolienta): Tía… ¿Qué… qué hora es?

Carlota: Las cuatro de la mañana. Levántate, necesito que prepares el desayuno. Mi novio se quedó a dormir y acostumbra a levantarse temprano, así que muévete (chasqueándole los dedos). ¿Qué esperas?

Estela: Sí, claro. Ya mismo me levanto.

Estela se sienta en la cama, pero es incapaz de levantarse. Se siente indispuesta y afiebrada.

Carlota (impaciente): ¡Por Dios! ¿Qué estás esperando? ¿Quieres que te despierte?

Estela (débil): No me siento muy bien. Tengo dolor de cabeza (Se toca la cabeza).

Carlota: ¿Y eso qué importancia tiene para mí? Estás trabajando niña. ¡Levántate, es una orden!

Estela intenta levantarse, pero la debilidad no le permite mantenerse mucho de pie, por lo que se apoya en una mesa. Carlota pierde la paciencia, toma bruscamente a su sobrina de un brazo y la mete obligada al baño.



Carlota: Ya que no te quieres despertar por ti sola, tendré que hacerlo por mi propia cuenta para que acates mis órdenes.

Estela: ¡Espere, tía! ¿Qué piensa hacerme? (asustada).

Carlota abre el grifo y mete a Estela a la ducha. La muchacha comienza a tiritar de frío y con la mayor crueldad, Carlota comienza a burlarse de ella a carcajadas, disfrutando de la humillación que le hace pasar a su sobrina.

Estela (temblando): ¡Ah! ¡Ya no más, por favor! ¡Ya no más!

Carlota sólo continúa riéndose, pero luego cierra el grifo, toma de nuevo a Estela de un brazo y la lleva hasta la cocina.

Carlota: ¡Ya! ¡Empieza a cocinar! ¿O no te bastó la ducha que te di? (Burlándose). Vamos niña, empieza.

Estela sólo tirita de frío, empapada por completo. Con mucha dificultad, enciende la estufa. Carlota se queda presente para supervisar. En un momento dado, Estela toma un par de platos que ante la tembladera, deja caer.

Carlota (furiosa): ¡Lo que faltaba! ¡Cada día eres más estúpida! (La jala del cabello). ¿Tengo que darte una lección? ¡Respóndeme! ¿Tengo que enseñarte a ser más eficiente? (Hablándole cerca al oído).

Estela (adolorida): Discúlpeme, por favor. Yo misma le pagaré los platos, pero por favor suélteme. Me está haciendo daño.

De repente, Alexis llega a la cocina con una bata blanca desabrochada, aturdido por el ruido.



Alexis: ¿Carlota? ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué le estás haciendo a Estela?

Carlota al ver a su novio, no tarda en soltar a Estela. Ésta última se marea. Alexis se percata de ello y corre a sostenerla. Estela termina por desmayarse en brazos de Alexis.

CONTINUARÁ…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario