jueves, 11 de diciembre de 2014

Capítulo 18: Ataque imprevisto

EXT. / DOWNTOWN MIAMI / NOCHE

Una mujer con ropa andrajosa, usando zapatos rotos camina por las calles de la ciudad. De arriba hacia abajo, se ve que esa mujer es Concepción, quien parece una indigente, mirando desorientada sin saber a dónde ir. Pasa cerca a una joven que se está comiendo un Hot Dog y se queda mirándola detenidamente unos segundos. Sin darse a la espera, Concepción le arrebata el Hot Dog a la joven y sale corriendo.



La joven (enojada): ¡Ey! ¡Vieja ladrona! ¿Cómo se atreve?

Concepción llega hasta un parque, se esconde tras un árbol y empieza a comerse sin modales el Hot Dog.

INT. / AUTO DE ESTELA / NOCHE

Estela va conduciendo su auto en dirección al hotel donde ha quedado de encontrarse con don Manuel. En eso, recibe una llamada y ella se pone el auricular.



Estela: ¿Sí?

Voz distorsionada: Supongo que ya recibiste el sobre sorpresa que te envié. No te lo esperabas, ¿verdad?

Estela (alterada): ¿Quién demonios eres? ¿Qué es lo que quieres conmigo?

Voz distorsionada: Matarte (Estela se sorprende al oír la voz) Pero antes, deseo divertirme contigo un buen rato. Por eso tienes que descifrar el acertijo que te envié adjunto al sobre.

Estela: ¿Estás jugando conmigo estúpido?

Voz distorsionada: Tómalo como quieras. Tienes que descifrar el acertijo, sino quieres que las fotos que te tomé vayan a parar a manos de la policía (Cuelga la llamada)

Estela: ¡Oye, no cuelgues! ¡Espera! ¡Ah, maldición! (Le pega furiosa al volante) ¿Quién estará detrás de todo esto? Tiene que ser la loca de Marcela.

Estela detiene el auto cerca a una calle, coge su celular y le marca al número desconocido desde el cual la persona misteriosa la llamó, sin embargo no le contestan.

INT. / HOTEL / NOCHE

La persona misteriosa que acaba de hablar con Estela, guarda el celular en uno de sus bolsillos. Está parada frente a la puerta de la habitación de Manuel y se ve que está disfrazada de mesero. También arrastra una mesa rodante.



Con gran agilidad y rapidez, toma una botella de vino, le quita la tapa y acto seguido, vierte un veneno en polvo blanco, para después volverla a sellar ágilmente con la misma tapa. Luego, se guarda el resto de veneno en el bolsillo de su pantalón y justo en ese momento, Manuel abre la puerta



Manuel: ¿Estela? (Ve que es un mesero) ¿Qué quieres? No recuerdo haber pedido algún servicio.

La persona misteriosa no habla y sólo le entrega una hoja de papel doblada a Manuel. Éste la desdobla y la lee en voz alta.

Manuel: (leyendo) “Antes de subir, le obsequio esta botella de exquisito y delicioso vino para que entre en calor. Atentamente… Estela” (Deja de leer y se ríe brevemente) ¡Qué detallista!

La persona misteriosa le entrega la botella de vino a don Manuel, envuelta en un pañuelo. Él la recibe sin imaginarse si quiera del veneno que contiene.

INT. / HOSPITAL CENTRAL, HABITACIÓN DE ALEXIS / NOCHE

Una enfermera termina de tomarle la presión a Alexis, quien está recostado en la cama, recuperándose del intento de suicidio. Tiene la muñeca del brazo derecho vendada. La enfermera se va y a la habitación entra Mariana.



Mariana: Alexis… (Se acerca a él)

Alexis guarda silencio; no se atreve a mirarla a la cara.

Mariana: ¿Por qué lo hiciste?

Alexis (afligido): ¿Por qué lo hice? (Hace una pausa) Porque mi vida ya no tiene sentido. ¿Te das cuenta? En tan sólo unas cuantas semanas mi vida se desmoronó.

Mariana lo escucha y lo mira, sintiéndose triste por él.


(Escuchar desde el 0:50 al 1:30)

Alexis: Perdí a mi papá, mi hermana está desaparecida y Carlota… (Rompe a llorar, pero intenta contenerse) Carlota está muerta por mi culpa.

Mariana: Claro que no, no digas eso. Lo que pasó con Carlota no fue culpa de nadie. Tienes que sacarte esa idea de la cabeza, no te hace bien

Alexis: ¡Ya qué! ¿Por qué me ayudaste Mariana? ¿Por qué me tenías que ayudar? ¿Por qué no me dejaste morir? (Llorando destrozado)

Mariana no puede evitar conmoverse y de repente abraza a Alexis fuertemente sin que él se lo espere.

Mariana: ¡Te ayudé porque te amo! ¿Qué te cuesta entenderlo? Tú no estás solo, me tienes a mí. Por eso no soporto cuando dices que lo perdiste todo. ¿En dónde quedo yo?

Alexis: Mariana… (La abraza también)

Mariana: Por un momento pensé lo peor. Tuve miedo de perderte (Se separa de Alexis) Y no me parece justo que estés acusándote todo el tiempo y te encierres solo en ti.

Alexis: Lo siento, ya sé que he sido un estúpido. Perdóname si te lastimé.

Mariana: Yo no tengo nada que perdonarte Alexis. Eres tú mismo quien se tiene que perdonar y ver lo que hay más allá de tu alrededor. Date una oportunidad de empezar de nuevo

Alexis: No me siento capaz, no sé cómo.

Mariana: (tomándolo de las manos) Entonces confía en mí. Yo te voy a ayudar y no te voy a dejar solo, pero necesito que antes te ayudes a ti mismo. Tienes que hacer el intento.

INT. / HOTEL, RECEPCIÓN / NOCHE

Estela acaba de llegar al hotel. Cuando va a entrar del ascensor, del mismo se baja una persona vestida de mesero. Es la misma persona misteriosa que ha estado asechando a Estela y por accidente se choca con ella, pero no se logra enfocar su rostro.



Estela (molesta): ¡Fíjese mejor por donde camina, inepto!

La persona no dice nada y se va caminando con prisa. Estela se queda un poco extrañada. Minutos después, la joven llega a la suite presidencial en donde está don Manuel. Él le abre la puerta luego de que ella ya haya tocado.



Manuel: (sonriendo) Estela…

Estela: Buenas noches don Manuel. Qué gusto verlo.

Manuel: Pasa muchacha. Te estaba esperando.

Manuel permite que Estela pase a la lujosa habitación. El anciano cierra la puerta. Ya se encuentra ebrio, pues ha estado bebiendo del vino envenenado que la persona misteriosa le entregó y va hasta el mini bar para servirse más en una copa. Estela deja su bolso en una mesa y observa la ciudad a través del balcón.

Estela: Me deja fascinada don Manuel. No pensé que iba a pedir la suite presidencial del hotel (Vuelve a entrar a la habitación)

Manuel: Me alegra oír eso, porque mi objetivo era impresionarte. ¿Gustas tomar algo?

Estela: (sentándose en un sofá) Le agradezco, pero así estoy bien.

Manuel: Entre otras cosas, quien te agradece soy yo por el vino que me enviaste. Buena elección, es de los caros…

Estela (extrañada): Creo que se está confundiendo, pero no le envié ningún vino.

Manuel se ríe, al tiempo que se sienta al lado de Estela. Ella se siente un tanto incómoda, más cuando él comienza a tocarle las piernas.

Manuel: Eres muy sagaz. ¿Sabes? Desde que te vi hace unos días, me he sentido más joven, como que me quité de encima varios años.

Estela: (sonriéndole hipócrita) ¿Ah sí? ¿Qué me quiere decir exactamente?

Manuel: Que me hiciste recordar lo que se siente ser hombre Estela. Eres una mujer espectacular (Intenta besarla, pero Estela le aparta el rostro)

Estela: ¡Ejem! Yo siento que antes de precipitarnos a otra cosa, es mejor platicar. ¿No lo cree?

Manuel: ¿Y sobre qué te gustaría platicar? (Bebe un sorbo de su copa)

Estela: No lo sé, sobre su vida. Me da la impresión de que un hombre como usted tiene muchas cosas interesantes de qué hablar.

Manuel: Yo no creo que quieras escuchar la vida tan monótona de un viejo como yo.

Estela: ¡Para nada! Todo lo contrario. Me da mucha curiosidad saber cómo fue que logró fundar un canal tan importante como Telemundo.



Manuel: Fue algo difícil en su tiempo. Tuve que buscar que me aprobaran una licitación para fundar el canal, muchos papeles de legalización, dinero, inversión… Ese tipo de cosas (Bebe más vino de su copa)

Estela: ¿Y antes de fundar el canal qué era de usted? ¿Estaba casado? ¿Ya tenía hijos?

Manuel: Te puedo decir que en ese entonces pasaron cosas que nos separaron a la que fue mi mujer, a mi hijo y a mí.

Estela: Eso me explica un poco por qué Alfredo nunca me habló de su familia. ¿Pero qué hay de su hija?

Manuel (extrañado): ¿Hija?

Estela: Claro. Usted tuvo otra hija a parte de Alfredo, ¿no? La madre de Adela. Ella me comentó una vez que la familia Saín es su familia materna.

Manuel: Si no te molesta, preferiría no hablarte de eso Estela. Hay cosas que es mejor no comentar.

Estela: Entiendo, no se preocupe.

Manuel: ¿Por qué mejor no vamos al grano de una vez? (Empieza a besarla por el cuello, cosa que desagrada a Estela) Basta de pláticas y hagamos lo que ambos tanto deseamos.

Estela voltea el rostro para otro lado y hace una expresión de profundo asco con cada beso que le da Manuel, pero no ve de otra que seguir fingiendo.

Estela: Tiene usted toda la razón don Manuel. Yo también deseo que estemos juntos (Toma a Manuel del cuello de la camisa y lo acerca a sus labios) Quiero que esta sea una noche inolvidable para los dos.

Manuel: Eres realmente preciosa (Mirándole con deseo los labios a Estela)

Estela: ¿Por qué no se acuesta en la cama y va preparándose?

Manuel le sonríe lascivo a Estela, se para del sofá y se tumba en la cama. Estela se acerca a él muy sensual y se desabrocha un poco el vestido.

Manuel: (mirándola lascivo) ¿Por qué no terminas de quitarte la ropa?

Estela sólo le sonríe, guardando silencio. Se quita los tacones y se monta encima de él. Luego toma la corbata del anciano y rápidamente, le envuelve el cuello, amenazando con ahorcarlo.

Manuel: (faltándole el aire e intentando soltarse) ¿Qué... qué demonios haces?

Estela: ¡Ahora mismo nos vamos a quitar las caretas viejo asqueroso! ¡Ya sé que fue amigo de mi abuelo y que trabajó para él!

Manuel: ¡No te entiendo!

Estela: (apretándolo más fuerte) ¡Deje de hacerse el estúpido conmigo! ¿Por qué sigue fingiendo que no sabe quién soy?

Manuel: ¡Suéltame! No sé de qué me hablas.

Estela: Lo voy a hacer a medida que me vaya contando qué tanto esconde. Yo sé que hace más de veinte años fue amigo de mi abuelo y trabajó para él como mayordomo.

Manuel abre los ojos como platos al sentirse descubierto.

Estela: ¡Hable o se va morir ahora mismo!

Manuel: ¡Está bien, está bien! Te lo contaré todo, pero suéltame. Me vas a matar.

Estela deja de ahorcar con la corbata a Manuel, se le quita de encima y se queda de pie frente a él, mirándolo con desconfianza. Manuel tose compulsivamente durante varios segundos y su visión se torna borrosa, por efecto del veneno que sin saber ingirió en el vino.

Estela: Tal parece que el día de hoy va a ser de muchas revelaciones para mí. Estuve hurgando entre las cosas de mi abuelo y fue por un sencillo álbum de fotos que pude darme cuenta de un par de verdades.

Manuel continúa tosiendo, pero ya se está reponiendo. Estela se pasea por la habitación.

Estela: Yo ya sabía de la relación que tuvo mi tía Carlota con el hijo del mayordomo en ese entonces, pero apenas hoy me entero que ese hombre con el que ella se enredó fue Alfredo.

Manuel (sarcástico): ¿Y quiere que le haga una condecoración Detective Estela?

Estela (enojada): ¡No juegue con mi paciencia porque no estoy de humor!

Manuel: ¿Entonces qué quieres oír de mí? ¿Que lo reconozca? (Tosiendo) ¡Pues sí! Todo es verdad.

Estela: ¡Deje de hacerse el idiota! Yo sé que oculta muchas otras cosas. Hoy también estuve visitando a doña María, la que fue su novia y con la que tuvo a Alfredo.

Manuel sólo guarda silencio, mirando fulminante a Estela mientras comienza a sudar.

Estela: Ella me lo confirmó todo, pero hubo algo que me desconcertó. Adela me dijo una vez que la familia Saín es su familia materna, osea que su madre tuvo que ser hija suya, pero esa supuesta hija no la tuvo con doña María.

Manuel: (burlándose de Estela) Imagino lo que estás pensando. Adela es idéntica a Juanita, tu hermana menor que si no estoy mal, ya se murió, ¿no? Pero ya que estás tan empeñada en saberlo todo, te lo voy a contar.

Estela no dice nada. Manuel se recuesta en la cama.

Manuel: Tu abuelo y yo fuimos muy amigos desde niños. Estudiamos y crecimos juntos, pero siempre me sentí bajo su sombra. Mientras él era rico, yo era un pobre diablo y envidiaba todo lo que tenía, incluso su esposa.

Estela lo escucha atenta. Mientras Manuel habla, mira hacia la nada como si estuviera recordando.

Manuel: Tenía que conformarme con ser su mayordomo hasta que un día me cansé de ser el de menos. Ya tú sabes el conflicto que hubo entre Carlota y tu abuelo cuando él descubrió que estaba embarazada de Alfredo.

FLASH BACK

Se ve una escena en colores sepia de Carlota siendo una jovencita, que está frente al señor Dos Santos, dándole la noticia de su embarazo. El señor Dos Santos al oírla, desencaja el rostro y le pega una bofetada con el dorso de la mano. Del impacto del golpe, Carlota cae al piso y rompe a llorar. A lo lejos se ve como Manuel observa todo por la puerta entre abierta.

FIN DEL FLASH BACK

Manuel: Yo me aproveché del odio de Carlota y le propuse vengarnos. Entre los dos planeamos matar al imbécil de tu abuelo. Lo envenenamos.

Manuel se ríe sintiéndose satisfecho de lo que hizo. Estela por su parte, tiene una expresión en el rostro de impacto por lo que acaba de escuchar.

Manuel: Él se murió sin que tuviera tiempo de editar el testamento a favor de Virginia, tu mamá y dejara sin nada a Carlota sólo por ser adoptada. ¿Eso no te lo contó María?

Estela asienta con la cabeza en silencio.

Manuel: Pero ahí no acabaron mis planes. Yo pretendía robarme a la última hija de Virginia, pero las cosas se me facilitaron cuando en vez de una, nacieron dos gemelas.

Estela (consternada): Juana y Adela... Entonces Adela sí es mi hermana (solloza)

Manuel: Así es. Carlota fue la encargada de entrar al hospital disfrazada de enfermera para robársela.

FLASH BACK

Carlota entra disfrazada de enfermera a los cuneros de un hospital y ve a dos niñas gemelas que acaban de nacer. Ella toma una, mirando con disimulo a su alrededor y sale de la habitación.

FIN DEL FLASH BACK

Manuel: Tu madre nunca se enteró de eso, porque su embarazo fue difícil y el parto fue por cesárea.

Estela: ¿Por qué? ¿Para qué robarle una de sus hijas a mi mamá y registrarla como su nieta? ¿Qué pretendía?

Manuel: Esa es la otra parte de la historia (Empieza a sentir una especie de retorcijones en el estómago) Yo maté a tus padres.

Estela (impactada): Eso es imposible. Mis padres murieron en un accidente de auto. Usted no pudo matarlos.

Manuel: Yo causé ese accidente. Debía deshacerme más que todo de tu mamá, que al morir, les heredaba automáticamente su fortuna a sus hijos, pero yo me las ingenié para registrar a Adela como su única hija y fue por eso que Carlota se encargó de echarte a ti y a tus hermanos a la calle.

Estela: (llorando) No puede ser.

Manuel: Legalmente Adela se convirtió en la única heredera de Virginia. Mientras cumplía los dieciocho años, Carlota fue nombrada como su tutora, pero quien ejerció ese cargo fui yo. Le creé una identidad falsa con la que pudiera hacerla pasar como mi nieta, pero todo este tiempo he usado sus verdaderos apellidos para poder administrar su fortuna.

Manuel se fatiga y hace una pausa. No puede respirar bien.

Manuel: (riéndose con dificultad) Adela ha sido mi pasaporte a la vida que siempre soñé. ¿Te das cuenta?

Estela mira a Manuel con un profundo odio y desprecio, con sus ojos llenos de lágrimas. La joven se acerca a él y de repente, lo escupe en la cara.

Estela: Usted no es más que un viejo patético, una escoria. Tuvo que recurrir a las cosas más bajas para poder quitarle a mi familia lo que no era suyo, lo que nunca hubiera podido tener.

Manuel: ¿Qué hay de ti? Eras una pobre muerta de hambre que enredó a mi hijo para escalar alto.

Estela (furiosa): ¡Fui una muerta de hambre por su culpa! (Lo toma de la camisa y lo zarandea) Fue su culpa la vida de miseria que yo tuve que vivir con mis hermanos ¡Todo es su culpa maldito viejo cínico! ¡Su culpa! (Le grita desgarrada)

Manuel se ríe a carcajadas de Estela. Ella lo suelta de la camisa, pierde la paciencia y lo cachetea brutalmente a cada lado de la cara.

Estela: ¡Viejo desgraciado! Usted sólo puede producir asco (Lo golpea más fuerte) ¡Ojalá se muera!

Manuel: (escupiendo espuma blanca por la boca) Te hace sentir mejor insultarme, pero en el fondo tú también eres patética (Continúa burlándose de ella al tiempo que escupe más espuma) Tanto o más patética que yo porque te sientes impotente.

Estela: ¡Púdrase!

Estela se cubre la boca, sin saber qué hacer. Coge su bolso y sale de la habitación muy mal, pues hasta olvida cerrar la puerta. A los breves segundos, aparece la persona misteriosa con su típico disfraz y entra a la suite.



Allí, Manuel se encuentra ya moribundo, tratando de levantarse de la cama, pero en su intento cae al piso y ve como todo a su alrededor le da vueltas. Al ver a la persona misteriosa, se asusta.



Manuel: ¿Quién…? (Faltándole el aire) ¿Quién eres tú?

La persona misteriosa se queda de pie y lentamente, comienza a quitarse la máscara. Él al ver quién es, se sorprende.

Manuel: ¡Tú!

En ese momento, Manuel va cerrando los ojos y muere.

INT. / HOTEL, ESTACIONAMIENTO / NOCHE

Estela camina hacia su auto. El estacionamiento del hotel está desolado y ella llora desesperada, a tal punto que patea histérica las llantas del auto. La confesión de Manuel la atormenta y la recuerda una y otra vez: “Yo maté a tus padres” “Entre los dos planeamos matar al imbécil de tu abuelo” “Yo causé ese accidente” “Eres tanto o más patética que yo”.



La joven se derrumba en el piso. Escucha las risas de un hombre a su alrededor y mira para todos lados sin saber de dónde provienen.

Voz de Alfredo: Estás acabada Estela. Tu vida es una mentira. ¡Estás acabada!

Estela: ¡Cállate imbécil! ¡Tú ya estás muerto!

Estela padece de un fuerte dolor de cabeza que le está haciendo alucinar. Se levanta del piso y todo a su alrededor empieza a darle vueltas.

Estela: ¡Mi cabeza! (Se pone las manos en la cabeza) ¡Siento que me va a estallar! ¡Aaaah!

Y cuando intenta sacar su celular del bolso, cierra los ojos y pierde el conocimiento. Todo el escenario alrededor se torna oscuro y silencioso, pero de repente, se oye el sonido de una llamada entrante al celular. Estela se despierta muy consternada, encontrándose dentro de su auto en un terreno abandonado.

Estela: (soñolienta) ¿Qué es esto? ¿En dónde estoy?

El celular sigue sonando. Ella lo saca de su bolso y contesta.

Estela: ¿Aló?

Voz distorsionada: Hola Estela. Lamento interrumpir tus dulces sueños, pero sólo llamaba para decirte que te ayudé a descifrar una parte del acertijo. Ya sabes lo que dicen… Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va hacia Mahoma.

Estela: ¿Fuiste tú el que me trajo hasta donde estoy ahora?

Voz distorsionada: Debía hacerlo, sólo así vas a entender la mecánica del juego. ¿Recuerdas qué decía el acertijo que te envié?

Estela: “Frente a la cruz matusalena nunca rías sin cesar o por el contrario a la hora a tiempo no vas a poder llegar” Eso decía.

Voz distorsionada: Muy bien. Tienes buena memoria. El caso es que dentro del acertijo, podrás encontrar por sílabas el nombre de alguien que conoces.

Estela (desconcertada): ¿Para qué? ¿Qué pretendes con eso?

Voz distorsionada: Bájate del auto y sigue mis instrucciones para saberlo.

Estela se baja del auto, sin dejar de hablar con la persona misteriosa a la otra línea.

Voz distorsionada: Camina derecho. ¿Ves esa vieja iglesia abandonada frente a ti?

Efectivamente, Estela ve una capilla abandonada.



Estela: Sí la veo.

Voz distorsionada: Como te podrás dar cuenta, la iglesia se llama “Matusalén” y en lo alto de la entrada está colgada una cruz. En los acertijos que te enviaré de ahora en adelante, voy a usar un juego de palabras que te indicará un lugar en especial al que deberás acudir.

Estela: ¿Por qué haces esto? ¿Quién eres?

Voz distorsionada: Limítate a escuchar mis indicaciones. Ahora que te expliqué cómo será la mecánica del juego, entra a la iglesia.

Estela obedece y entra a la iglesia, logrando abrir las puertas con facilidad. La muchacha abre los ojos y la boca de la impresión al ver en el altar de la iglesia el cuerpo sin vida de Manuel Saín atado a una estatua de La Virgen María. El anciano tiene las manos juntas a modo de plegaria y entre ellas, está colocada una hoja de papel. Estela grita.

Estela: ¿Qué fue lo que hiciste? (Grita muy asustada) ¡Lo mataste!

Voz distorsionada: Tranquilízate, de cierto modo me vengué por ti. Ese hombre envenenó a tu abuelo y yo me encargué de que muriera de la misma forma como la lacra que siempre fue.

Estela: (llorando) ¿Quién demonios eres tú?

Voz distorsionada: Un justiciero, así que ya lo sabes. El nombre que descifres en los acertijos, será mi próxima víctima y estará en tus manos intentar salvarla antes de que la mate. Empieza por tomar la hoja que hay entre las manos del viejo.

Estela: ¡Estás loco sea quien seas! ¡No pienso caer en semejante estupidez!

Voz distorsionada: Vas a tener que hacerlo, a no ser que quieres que tu carrera como cantante y reputación se vayan a la basura. Recuerda que tengo unas fotos de ti, muy comprometedoras. Tú decides. Que tengas suerte (Cuelga)

Estela en vista de que el misterioso colgó, se acerca hacia el cadáver de don Manuel y toma la hoja. La desdobla y lee lo que dice.

Estela: (leyendo) “En tu laberinto de secretos no conoces la salida, pero a dos anáforas más, al mar irás a parar”

En ese momento, Estela escucha el sonido de una patrulla de policía y cuando menos piensa, varios policías irrumpen en la iglesia y le apuntan a la joven con sus armas.

Policía 1: ¡Alto! ¡No se mueva y ponga las manos sobre la cabeza!

Estela guarda la hoja disimuladamente en uno de los bolsillos de su abrigo y pone con lentitud las manos sobre la cabeza sin entender qué pasa.

CONTINUARÁ…

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