jueves, 11 de diciembre de 2014

Capítulo 19: Cruz invertida

Estela escucha el sonido de una patrulla de policía y cuando menos piensa, varios policías irrumpen en la iglesia y le apuntan a la joven con sus armas.



Policía 1: ¡Alto! ¡No se mueva y ponga las manos sobre la cabeza!

Estela guarda la hoja disimuladamente en uno de los bolsillos de su abrigo y pone con lentitud las manos sobre la cabeza sin entender qué pasa. Los policías se adentran más en la iglesia y descubren el cadáver de Manuel. Uno de ellos, se encarga de dar aviso por el radio de comunicación para que el equipo forense recoja el cuerpo.

Estela (nerviosa): ¡Yo no lo hice, lo juro! Puedo explicarlo.

Otro de los policías, se acerca a Estela y la toma de un brazo.

Policía: Esas explicaciones tendrá que darlas en la estación. Por lo pronto queda detenida señorita. Tendrá que acompañarnos.

Estela: ¡Esto es un malentendido, no me pueden llevar así!

Policía: Será mejor que guarde silencio, porque todo lo que diga puede ser usado en su contra. Vamos.

Estela: ¡No se atreva a tocarme! (Se suelta bruscamente del agente) Yo puedo caminar sola.

Estela mira fulminantes a los policías, pero no ve de otra que ceder a la detención.

INT. / ESTACIÓN DE POLICÍA / DÍA

Estela ha pasado el resto de la noche detenida en la estación. Está sentada en una silla. El detective Robles entra en ese momento con una carpeta en mano y se sienta frente a ella.



Estela: ¿Y bien? ¿Ya me puedo ir de aquí? Va a ser casi medio día.

Detective Robles: Me acaban de entregar el análisis forense del cuerpo del señor Saín (Le muestra la carpeta) La causa de su muerte fue debido a que ingirió un potente veneno.

Estela: ¿Lo ve? ¿Qué mas explicaciones necesitan que les dé? Yo no maté a ese viejo. Yo me desmayé en el estacionamiento del hotel y desperté cerca a la iglesia donde ustedes encontraron el cuerpo (Pensando: No le puedo decirle de la persona que me está acosando)

Detective Robles: Eso ya me lo dijo, pero aún no me ha dejado terminar de hablar. Fuimos a ese hotel y allí encontramos una botella de vino, en la que está vertido el veneno que ingirió el señor Manuel Saín antes de morir. También encontramos esta nota en la que usted le enviaba dicha botella de vino.

El detective saca de la carpeta una hoja de papel y se la entrega a Estela. Ella la recibe y la lee.

Detective: Como podrá ver, esa nota tiene su firma y la hace la responsable más directa de la muerte del señor Saín.

Estela (alterada): ¡Claro que no! Yo no escribí ni firmé esto. Mi caligrafía es muy diferente. ¿Cree que si hubiera tenido la intención de matar a Manuel Saín, le habría enviado esa nota y no me hubiera deshecho de ella?

Detective Robles: Precisamente en eso pensé. Hasta el momento queda fichada como la principal sospechosa, por lo que le informo que estará siendo investigada hasta poder encontrar el asesino. Mientras tanto no podrá salir de la ciudad hasta previo aviso.

Estela: (sonriendo incrédula) Esto es increíble.

Detective Robles: Sin nada más que decir, ya puede irse. Qué tenga buen día señorita Martínez.

Estela solo toma su bolso, se levanta y se va sin decir nada más. Robles se queda mirándola con desconfianza. Justo cuando Estela va a salir de la estación de policía, se encuentra con Adela, quien tiene los ojos sollozos.



Estela (sorprendida): Adela…

Adela la mira con rabia e inmediatamente la cachetea.

Adela: (con la voz quebrantada) ¡Qué decepción! De verdad tenía otro concepto de ti, pero me doy cuenta cuán equivocada estaba.

Estela: Por favor Adela, déjame explicarte…

Adela: (la interrumpe) Fuiste tú quien mató a mi abuelo, ¿no? ¡Tú lo mataste a sangre fría!

Estela (solloza): Yo no lo hice. Te lo puedo asegurar. Pero necesito que me escuches para explicarte todo, porque hay muchas cosas que debes saber sobre tu verdadera familia

Adela: No me interesa oírte. ¡Eres una mentirosa! Aunque no lo hayas matado, te aprovechaste de él. Lo citaste en un hotel con doble intención. ¿Qué crees que puedo pensar de ti? ¿Qué clase de cualquiera, arribista eres?

Estela: (rota de dolor) No me digas eso. Tú no sabes nada. No tienes idea de la clase de hombre que era tu abuelo.

Adela: ¿Todavía tienes el cinismo de atreverte a hablarme mal de él después de muerto y delante de mí?

Estela: ¡Yo sólo estoy tratando de que escuches! Tenemos que hablar.

Adela: ¡Ya te lo dije! No me interesa hablar nada contigo. Marcela tenía razón cuando me dijo todas esas cosas horribles de ti y yo no le creí porque me pareciste una muchacha buena. Me confié y permití que conocieras a mi abuelo.

Estela (extrañada): ¿A qué te refieres? ¿Qué tiene que ver Marcela en todo esto?

Adela: Ya que mi abuelo está muerto, qué mas da si lo sabes o no. Cuando Marcela recién había entrado al psiquiátrico, ella se las ingenió para llamarme. Fui a visitarla y me dijo la clase de mujer que eres. Ella tenía un plan.

Estela (desconcertada): ¿Un plan?

Adela: Así es. Un plan para desenmascararte ante todos. Nunca supe a ciencia cierta qué tanto pretendía, porque al parecer hiciste con mi tío Alfredo lo mismo que a mi abuelo, enredarlos y seducirlos por ambición. Marcela me pidió que te presentara a mi abuelo porque quería tenderte una trampa.

Estela: Eso que me estás contando es muy importante Adela. Marcela se escapó hace unos días del psiquiátrico.

Adela (sorprendida): ¿Marcela se escapó?

Estela: Sí y desde ayer hay alguien que está acosándome. Esa fue la persona que mató a Manuel Saín y estoy segura que esa misma persona se relaciona con Marcela. Lo sospecho.

Adela: ¿Estás diciéndome que Marcela mató a mi abuelo? Debes estar loca. También es abuelo de ella. ¿Cómo pudo haber hecho algo así?

Estela: Marcela en realidad no es una Saín. Son muchas las cosas que tengo que contarte, por eso te suplico que te des la oportunidad de escucharme y hagas un esfuerzo por creerme. Por favor (Desesperada)

Adela mira indecisa a Estela.

INT. / HOSPITAL CENTRAL, HABITACIÓN DE ALEXIS / DÍA

Mariana le lleva un par de prendas de ropa a Alexis. Éste se encuentra recostado en la cama y ya se ve un poco más repuesto a comparación de antes.



Alexis: Gracias por haberte tomado el tiempo de traerme ropa Mariana. Eres muy amable.

Mariana: (sonriéndole) Lo hice con muchísimo gusto Alexis. Así vas a tener qué ponerte mientras el médico te dé alta en unos días.

Alexis: Entre otras cosas, hoy debe ser el entierro de Carlota (Hace una expresión de nostalgia)

Mariana: ¿Te gustaría ir?

Alexis: La verdad no. No me haría bien y tampoco me gustaría encontrarme con Estela, y aunque quisiera ir, tampoco podría. Aún no me han dado de alta.

Mariana: En eso tienes razón. Es mejor que visites su tumba cuando ya te sientas mejor y todo esto haya pasado. Bueno, me voy para la disquera. Espero venir más tarde si todavía no se ha acabado la hora de visita.

Alexis: Está bien Mariana. Chao, cuídate.

Mariana: Tú también y trata de descansar un poco para que repongas fuerzas. Nos vemos.

Mariana le sonríe por última vez a Alexis y sale de la habitación. Él se queda pensando en ella.

Alexis: Mariana es muy buena conmigo, pero ahora no puedo pensar en tener nada con ella. No podría...

EXT. / CEMENTERIO / DÍA

Estela ha asistido al entierro de Carlota, vestida de negro. Adela la acompaña. También ha venido Isabel. El sacerdote termina de decir unas palabras y se va, por lo que los sepultureros proceden a enterrar el ataúd. Isabel se acerca a Estela, pero quedan de lado una a la otra, sin mirarse frente a frente.



Isabel: Me sorprende que hayas querido venir al entierro de mi mamá. Supongo que ya estás satisfecha.

Estela: ¿Satisfecha de qué?

Isabel: De verla muerta. Por fin ajustaste cuentas con ella por haber matado a Sebastián y por el sufrimiento que tuviste que vivir en el manicomio.

Adela, que está cerquita a ellas, escucha extrañada todo lo que hablan. Isabel no se ha fijado en Adela.

Estela: Yo nunca quise que las cosas para Carlota acabaran así Isabel. Tú bien sabes que ella siempre fue la culpable de todo, hasta de su propia muerte. Yo solo fui su víctima.

Isabel: Tal vez si mi mamá habría dejado a un lado el orgullo, estaría viva, pero lo prefirió así. Yo sólo quiero hacerte en su nombre una última petición Estela.

Estela: ¿Qué clase de petición?

Isabel se para frente a ella y la mira a los ojos. El viento sopla fuerte.

Isabel: Cuando estés dispuesta, perdónala por todo el daño que te hizo y deja ir tanto rencor y venganza para que puedan descansar en paz ella y tus hermanos

Estela: No sé qué decir...

Isabel: No tienes que decir nada, sólo tenlo en cuenta. Una vez perdones, vas a dar fin a toda ese pasado que has traído atado contigo al presente.

Isabel le sonríe levemente a Estela al tiempo que se le saltan las lágrimas. Isabel se las limpia y se va. Estela se queda pensativa.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, SALA / HORAS DESPUÉS

Estela y Adela están sentadas frente a frente en sofás diferentes. La segunda bebe un sorbo de la taza de café y la pone sobre la mesa.



Estela: Te agradezco que me hayas acompañado al entierro de mi tía, Adela, a pesar de lo que pasó con el que crees tu abuelo.

Adela: Lo hice porque no quiero ser injusta y sentí que debo darte una oportunidad para escuchar qué es eso tan importante que me quieres decir. Y también para qué me expliques quién mató a mi abuelo y qué es eso de que Marcela no es una Saín

Estela: Está bien, te lo voy a contar todo. Acompáñame.

Minutos después, las chicas entran al ático de la mansión.



Adela (extrañada): ¿Por qué me trajiste aquí?

Estela: Porque aquí voy a mostrarte las pruebas que tengo para que me creas.

Estela coge el viejo álbum de fotos de su abuelo y se lo entrega a Adela. Ésta empieza a pasar página por página.

Estela: Mi familia en un pasado tuvo mucho que ver con los Saín, como te vas a dar cuenta en ese álbum.

Adela encuentra una foto de don Manuel más joven y se sorprende al verlo.

Adela (sorprendida): Este es mi abuelo. ¿Qué hace aquí?

Estela: Quita la foto del álbum y voltéala.

Adela lo hace y lee la inscripción tras la foto: "Mi amigo, confidente y mayordomo Manuel Saín"

Estela: Don Manuel trabajó hace más de veinte años para mi abuelo. Ellos ya se conocían desde niños, crecieron juntos. Eso me lo dijo el mismo don Manuel anoche.

Adela escucha a Estela muy sorprendida mientras sigue pasando las páginas del álbum.

Estela: Yo descubrí esa foto ayer y como verás, fue una sorpresa darme cuenta de que yo conociera a los Saín sin saber lo mucho que estuvieron relacionados con mi familia. Por eso fui a visitar a una mujer, que fue novia de don Manuel para que me aclarara ciertas cosas.

Adela: ¿Esa mujer es mi abuela? (Cierra el álbum)

Estela: No. Ella y don Manuel sólo tuvieron un hijo, a Alfredo. Tu mamá nunca existió. La mujer que visité se llama María y ella fue quien me lo dijo.

Adela (desconcertada): Eso no puede ser posible...

Estela: ¿Alguna vez don Manuel te mostró una foto de tu madre o tu padre?

Adela: (negando con la cabeza) Jamás lo hizo. Siempre me dijo que nunca conservó nada de ellos. Cuando intentaba hablar con él sobre mi mamá o qué me dijera cómo era ella, notaba que se sentía incómodo y evadía el tema.

Estela: Yo una vez te comenté que te parecías demasiado a mi hermana, a Juana.

Estela toma el álbum de fotos, lo abre y pasa varias páginas rápidamente. Luego le muestra a Adela una foto en especial de su madre Virginia cargando a Juana.

Estela: Mira (Le señala la foto) ¿La ves? Esta es Juana cuando tenía un añito con mi mamá.

Adela (impresionada): Es... Idéntica a mí cuando tenía esa edad. Parezco yo.

Estela: Me gustaría tener más fotos de ella, más recientes, pero las únicas que tengo son éstas de cuando mis hermanos y yo vivíamos en esta mansión de niños, hasta que mi tía confabulada con don Manuel, nos echaron a la calle cuando mis padres murieron.

Adela: ¿Mi abuelo y tu tía? ¿Por qué?

Estela: A pesar de que él era muy amigo mi abuelo, siempre le tuvo envidia en secreto y ambicionaba todo lo que tenía. Por eso cuando mi tía se enredó con Alfredo y quedó embarazada, mi abuelo amenazó con desheredarla. Don Manuel se aprovechó de eso para convencer a mi tía de... (Se detiene)

Adela: ¿De qué?

Estela: De matar a mi abuelo. Entre los dos lo envenenaron para evitar que tuviera tiempo de cambiar el testamento.

Adela niega con la cabeza, sin poder creer lo que Estela le dice.

Estela: Pero eso no fue lo único (Se le saltan las lágrimas). En el último parto de mi mamá, ella no tuvo solamente a Juana. También naciste tú.

Adela: Eso no puede ser verdad. Estás mintiendo.

Estela: ¿Cómo crees que podría estar mintiéndote con algo tan delicado? Tú eres la hermana gemela de Juana y eres mi hermana también. Todo me lo confesó el mismo Manuel Saín anoche. Si yo organicé esa cita con él, sólo fue para sacarle la verdad.

Adela: (llorando) ¡Es que no puede ser! Tú y yo no podemos ser hermanas, ni mi abuelo pudo ser la clase de persona que me estás diciendo. ¡Él no era ningún asesino! (Le grita furiosa)

Estela: Te juro que no te estoy diciendo nada que no sea cierto, Adela. Es la verdad. Podemos hacer un análisis de ADN para comprobar que sí somos hermanas.

Adela: ¡Ya, cállate! ¡Ya no quiero seguir oyendo más! ¡Basta!

Estela: Adela, por favor (Se acerca a ella)

Adela: (alejándose de Estela) ¡Déjame! Te dije que no quiere seguirte oyendo. ¡No más! (Le grita)

Adela sale corriendo del ático, dejando a Estela llorando destrozada.

Estela: ¡Adela! (Se derrumba en el piso) ¡Por favor, vuelve! ¡Escúchame!

En ese momento, suena el celular de Estela, entrando una llamada. Ella no quiere contestarlo, pero en vista de que la llamada insiste, lo saca del bolsillo de su abrigo y contesta.

Estela: ¿Sí?

Voz distorsionada: Hola Estela. ¿Llorabas? Me da la impresión de que llamo en mal momento.

Estela: (frunciendo el ceño) ¡Me tienes harta! ¿Quién eres?

Voz distorsionada: Quería preguntarte si ya descifraste el nuevo acertijo.

Estela: Aún no lo he hecho, además no entiendo cuál es tu estúpido juego. Fuiste tú quien llamó a la policía y les dijo que me encontraba en la iglesia.

Voz distorsionada: Limítate con cumplir mis instrucciones. Te daré unos días para que descifres en el acertijo, porque de lo contrario, recuerda lo que hay de por medio. Puedo acabar con tu carrera.

Estela: Si sigues llamando a la policía para involucrarme a mí de tus asesinatos, vas a terminar acabando con mi carrera antes de tiempo. Los medios no tardarían en darse cuenta que me tienen como sospechosa.

Voz distorsionada: (ignorándola) Tienes unos días. Ya te lo dije. Espera mi llamada

El Justiciero cuelga y Estela no puede evitar sentirse perturbada.

INT. / CASA DE DON MANUEL / NOCHE

Adela entra al cuarto del difunto don Manuel, abrazándose así misma muy afligida. La muchacha prende una lámpara y toma de una mesa una foto enmarcada del anciano, mirándola con tristeza. Luego la vuelve a poner en la mesa y mira todo alrededor. En eso, recuerda una parte de su conversación con Estela.



FLAHS BACK

Estela: Don Manuel se aprovechó de eso para convencer a mi tía de... (Se detiene)

Adela: ¿De qué?

Estela: De matar a mi abuelo. Entre los dos lo envenenaron para evitar que mi abuelo tuviera tiempo de cambiar el testamento.

FIN DEL FLASH BACK

De repente, Adela se fija en el enigmático armario de don Manuel, al que él siempre le guardó tanto recelo. Ella se acerca y lo abre, pero sólo encuentra la ropa del hombre. Como el armario es un tanto grande, Adela corre la ropa y se abre paso para entrar dentro de él. Lo mira alrededor y siente el piso hueco, puesto que está construido de tablas de madera. Adela mira hacia abajo y se sorprende al ver una especie de compuerta en el piso.

Adela: (inclinándose) ¿Por qué mi abuelo tenía una puerta secreta en su armario y justamente en el piso? (Intentando abrir la puerta) Está con llave…

Adela se queda pensativa unos segundos. Minutos después, vuelve al cuarto de don Manuel con un martillo en mano. La chica entra al armario, se inclina y empieza a destruir la compuerta secreta con el martillo, hasta que va lográndolo.

Adela: (jadeando) Ya casi… (Continúa martillando)

Finalmente, Adela termina de destruir la compuerta, suelta el martillo y descansa un breve momento. Encuentra un cofre algo grande y lo saca, como si de un tesoro enterrado se tratara, pero en vista de que está con candado, vuelve a coger el martillo y le da con él al candado. Adela en cada golpe, martilla con más fuerza, pero no puede destruir el candado.

Adela: ¿Dónde podrá estar la llave? Tengo que ver qué hay guardado en este cofre y por qué mi abuelo lo escondió.

Adela se incorpora y sale en busca de la llave del cofre. Hurga entre todos los objetos del cuarto, los bolsillos de la ropa de don Manuel, dentro de jarrones, cajones e inclusive debajo de la cama, sin embargo aún no encuentra la llave que necesita. En eso, Adela se fija en un cuadro colgado en la pared del cuarto, por lo que no duda en retirarlo y para su suerte, encuentra un juego de llaves atado al clavo de donde el cuadro se sostenía. Adela pone el cuadro sobre la cama, coge las llaves y vuelve el armario para abrir el candado del cofre, probando cada una, hasta que lo logra. Lo abre y encuentra dentro varias cosas pertenecientes a don Manuel, como fotos de la época en la que él trabajó como mayordomo en la mansión Dos Santos. También ve otras fotos de Alfredo de joven y de una mujer, que parece ser su madre. Esa mujer es Doña María.

Pero hay algo que deja a Adela más impactada. Ella toma entre sus manos un registro de nacimiento a nombre de Adela Martínez Dos Santos, los mismos apellidos de Estela. En ese registro se encuentra su fecha de nacimiento y el nombre de sus verdaderos padres.

Adela (consternada): Es cierto… (Suelta un par de lágrimas) Mi abuelo no era Manuel. Yo soy hermana de Estela…

Adela sigue buscando más cosas dentro del cofre y encuentra un viejo diario, que inclusive está empolvado. La muchacha lo abre con delicadeza por lo deteriorado que está y lee varias confesiones de don Manuel, fechadas y escritas por él mismo.

Adela: (leyendo) “14 de abril de 1965. Hoy Eusebio Dos Santos se casó con ella, con la mujer de mi vida. Me quitó las esperanzas de poder conquistarla. Me lo ha quitado todo” (Pasa varias páginas) “12 de febrero de 1967. Esta tarde le pedí a María que sea mi novia. Me gusta, pero no puedo dejar de pensar en la mujer del maldito Eusebio. Cada día soporto menos que él tenga todo lo que yo no he tenido” (Pasa más páginas) “8 de marzo de 1967. María me ha dicho que está embarazada” (Sigue pasando páginas) “23 de agosto de 1992. Por fin se me está presentando en bandeja de plata la oportunidad que estaba esperando para apoderarme de lo que yo merezco. Voy a convencer a Carlota de vengarnos de Eusebio. Ella será la mano que actúe y yo la mente que ordene” (Lee en la página siguiente) “28 de agosto de 1992. He logrado convencer a Carlota de unirse a mí. Mañana será el día de deshacernos de Eusebio Dos Santos y lo mataremos como lo que es: una rata” (Muy impactada) “30 de agosto. Eusebio está muerto. Veo cerca el día de mi redención como único dueño de su fortuna. El fin justifica los medios”

Adela cierra el diario y rompe a llorar sin poder asimilar todo lo que ha leído.

DÍAS DESPUÉS
INT. / BODEGA ABANDONA / DÍA


Han pasado varios días. Marcela está limándose las uñas, sentada en una cama, mientras habla con la persona misteriosa, “El Justiciero”



Marcela: ¿Cuándo vas a ejecutar el plan? Quiero ver en cuanto antes a la mustia de Estela perdida y tras las rejas.

El Justiciero no dice nada, pero entre la penumbra sonríe.

Marcela: ¿Por qué no me dices nada?

INT. / CENTRO COMERCIAL, PLAZOLETAS / DÍA

Se van intercalando escenas de Alexis y Mariana, yendo de almacén en almacén comprando ropa y accesorios. Los dos ríen entre sí, ella tomada de gancho con él. Alexis ya se ve más animado que hace unos días desde su intento de suicidio.

Luego de que terminan de comprar, caminan a paso lento por la plazoleta del centro comercial, cargando varias bolsas cada uno.



Mariana: (riéndose) ¡Ay Alexis! ¡Mira nomás cuánta ropa y cosas compramos! Creo que se nos fue la mano.

Alexis: Me sorprende que digas eso viniendo de ti que eres mujer, las que más compran en exceso.

Mariana: No todas las mujeres somos iguales. Yo prefiero ser más ahorrativa y menos material. Ya me irás conociendo mejor.

Alexis: Si tú lo dices (Hace una breve pausa) Mariana, yo…

Alexis para de caminar al mismo tiempo que Marina. Los dos se miran frente a frente

Alexis: Tengo que decirte que me la he pasado muy bien contigo estas dos semanas. Me has apoyado mucho y créeme que valoro mucho bastante todo lo que has hecho por mí.

Mariana: (sonriéndole) Eres mi amigo y no podía seguir como si nada mientras veía como pasabas por un mal momento.

Alexis: Los dos sabemos que no sólo hiciste por la amistad que tenemos.

Mariana: (esbozando una sonrisa) Sí, pero preferiría no hablar de eso Alexis. Me conformo con que seamos amigos y sepas que no estás solo y puedes contar conmigo.

Alexis: Lo sé. A dónde voy es que, dentro de unos meses pienso viajar de nuevo a Paloma. Estoy pensando en radicarme un tiempo allá para encargarme de la sucursal de la disquera, pero no quiero ir solo. Mariana, quiero que vengas conmigo.

Mariana (sorprendida): ¿Yo ir contigo a Paloma?

Alexis: Lo he pensando y quisiera que nos diéramos una oportunidad, que fuéramos paso a paso sin ir a la ligera. ¿Qué opinas? (Le sonríe ilusionado)

Mariana sonríe muy emocionada y asienta con la cabeza.

Mariana: Claro que sí Alexis. Me parece bien

Mariana abraza a Alexis y éste le corresponde.

Mariana: Discúlpame, me dejé llevar. Es sólo que esto me toma por sorpresa y...

Alexis: (tomándola de la barbilla) Comienzo a sentir algo especial por ti Mariana, pero antes de que lleguemos a algo más, te pido que me tengas paciencia. Entiende que ya cometí errores en el pasado que no quisiera volver repetir.

Mariana: No te preocupes. Yo entiendo perfectamente y voy a esperarte lo que necesites.

Alexis: Bien. ¿Qué te parece si vamos a almorzar a un restaurante cercano?

De repente, ellos se topan con una anciana indigente.



Concepción (débil): ¿Me podrían colaborar con una monedita?

Alexis al verla, la reconoce de inmediato.

Alexis: ¿Concepción? ¿Eres tú?

Concepción también ve a Alexis y varios recuerdos pasan por su mente en micro segundos. Concepción se lleva las manos a la cabeza.

Concepción (alterada): ¡No! ¡El camión!

Concepción recuerda el accidente.

FLASH BACK

Concepción: Dios mío, ayúdame. No permitas que esa muchacha esté siguiéndome (Mirando para atrás)

Cuando Concepción voltea, se asusta al ver venir frente a ella un gran camión, que la ilumina con las luces delanteras. Intenta esquivarlo, pero termina dirigiéndose para un barranco. La anciana abre la puerta y salta como puede, rodando por el barranco. El auto a medida que cae, se destroza y explota.

FIN DEL FLASH BACK

Concepción: ¡El camión venía! ¡Estela me estaba persiguiendo!

Alexis: (intentando calmarla) Concepción, por favor cálmate. Escúchame. Dime qué te pasó para poderte ayudar.

Mariana: ¿Quién es esta señora Alexis? ¿La conoces?

Alexis: Es Concepción, fue una empleada de Carlota.

Entre la alteración de Concepción, ésta siente una fuerte punzada en la cabeza y termina por desmayarse.

Alexis: ¡Concepción! (La sostiene para que no se caiga)

Mariana: ¡Ay por Dios! Se desmayó.

Alexis: (cargando a Concepción entre sus brazos) Tenemos que llevarla ya mismo a un hospital. Tuvo que pasarle algo para que ande en las calles como una indigente.

Mariana: Está bien, yo te acompaño.

INT. / MANSIÓN DOS SANTOS, HABITACIÓN DE ESTELA / DÍA

Estela está en su cuarto, vestida con ropa ligera y recostada en la cama, pasando el televisor de canal en canal a través del control remoto. En eso, a su celular entra una llamada, por lo que Estela lo coge de su mesita de noche y contesta.



Estela (desanimada): ¿Sí?

Voz distorsionada: Volvemos a hablar Estela. ¿Qué tal? ¿Todavía no descifras el acertijo?

Estela: No pienso hacerlo. Me harté de tu estúpido juego. Poco me importa lo que hagas. ¿Me oyes?

Voz distorsionada: Me imaginé que dirías algo como eso, así que me preparé para llamarte. Últimamente me he fijado mucho en tu nueva hermanita (Refiriéndose a Adela) La gemela de Juana. Sería una pena que algo le sucediera.

Estela (alterada): ¡No te atrevas a hacerle daño! Si algo le pasa a Adela, te juro que te voy a buscar hasta por debajo de las piedras para matarte con mis propias manos, maldito.

Voz distorsionada: Depende de ti. Descifra el acertijo para hoy mismo, por lo que te daré dos horas antes de que anochezca.

La persona misteriosa cuelga la llamada y Estela tira furiosa su celular para un lado de la cama.

Estela: ¡Imbécil! Tengo que hacer algo, no puedo permitir que le haga nada a Adela.

Estela se para de la cama, toma una hoja de papel y un lápiz, y escribe el acertijo: “En tu laberinto de secretos no conoces la salida, pero a dos anáforas más, al mar irás a parar”. La joven comienza a encerrar dentro de un círculo todas las sílabas y forma dos nombres: Adela y Marcela.

En tu laberinto de secretos no conoces la salida, pero a dos anáforas más, al mar irás a parar — Adela

En tu laberinto de secretos no conoces la salida, pero a dos anáforas más, al mar irás a parar — Marcela

INT. / BODEGA ABANDONADA / DÍA

En la misma bodega abandonada, la guarida del Justiciero, todo está oscuro y silencioso; sólo se escucha un goteo del techo que cae sobre los charcos en el piso. Marcela empieza abrir los ojos y se encuentra atada en una silla.



Marcela (desconcertada): ¿Qué…? ¿Qué es esto?

Frente a ella aparece el Justiciero con su típico disfraz.



Marcela: ¿Qué significa esto? ¿Por qué me tienes atada en esta silla, mi amor? No entiendo nada.

De repente, el Justiciero le pega una fuerte cachetada Marcela.

Marcela (adolorida): ¿Pero qué te pasa? ¿Por qué me pegas? ¿Qué pretendes hacer?

El Justiciero no dice nada. Va hasta una mesa y toma una especie de alambre fino, para luego pararse detrás de Marcela.

Marcela: Esto no me gusta nada, por favor, suéltame. Estás asustándome.

Pero el Justiciero, con gran frialdad empieza a ahorcar a Marcela con ese alambre. Marcela se desespera, intenta soltarse de las cuerdas, pero no puede. El aire le falta y su rostro se pone rojo por la asfixia.

INT. / AUTO DE ESTELA / DÍA

Está cayendo el sol en la ciudad. Estela conduce su auto casi que excediendo el límite de velocidad, arreglada, bien vestida y maquillada. Tiene el auricular del celular puesto, ya que está tratando de llamar a alguien.



Estela (desesperada): ¿Por qué no me contesta la inepta de Mariana? Tengo que pedirle algo. ¿Qué hago?

INT. / ESTACIÓN DE POLICÍA / NOCHE

El detective Robles está terminando de organizar su oficina, cuando recibe una llamada en el teléfono. Él contesta.



Detective Robles: ¿Sí? (Hace una pausa) Está bien, pásame la llamada

Segundos después, al detective Robles le pasan otra llamada.

Detective Robles: Habla con el detective Alberto Robles. ¿En qué puedo ayudarle?

Estela: (al otro lado de línea) Soy yo detective, Estela.

Detective Robles (sorprendido): Señorita Martínez. No me esperaba su llamada…

Estela: (lo interrumpe) Ahora no hay tiempo de saludos. Necesito que envíe una patrulla de policía a la casa de Manuel Saín o al canal Telemundo.

Detective Robles: ¿Para qué? ¿Qué sucede?

Estela: La nieta de él puede estar corriendo peligro, la misma persona que lo mató debe pretender hacerle daño a ella también. Tiene que enviar policías para que la localicen y la protejan.

Detective Robles: Primero necesito que me diga el nombre de la chica y me explique por qué cree que puede estar corriendo peligro a manos del mismo asesino

Estela: Eso se lo explicaré luego. Ocúpese de localizarla y hacer lo que le digo. Se llama Adela Parker.

Detective Robles: (anotando el nombre en una libreta) Muy bien, ya mismo me voy a encargar de eso, pero me debe una explicación señorita Martínez. Parece que usted conoce al asesino y quiere encubrirlo.

Estela: (ignorándolo) Ahora no tengo tiempo para hablar de eso con usted, detective. Hasta luego.

Estela cuelga el celular, dejando muy sospechoso al detective Robles. La primera llega hasta una zona oscura y desolada de Miami, detiene el auto frente a una gran bodega y se baja.

Estela: Tiene que ser aquí. Esta bodega tiene una anáfora en el letrero.

Se enfoca el letrero de la bodega colgado en lo alto de la entrada que dice en español “El mismo sol que brilla, el mismo sol que cae por las tardes”

Estela se acerca a la entrada de la bodega y para su sorpresa, la puerta está entre abierta por lo que puede entrar sin ningún problema. Mira hacia a su alrededor sin percatarse que detrás de ella, está el Justiciero, quien le pega en la cabeza con una varilla de metal. Estela cae inconsciente en el piso.

INT. / BODEGA ABANDONADA, HORAS DESPUÉS / NOCHE

Estela empieza a despertar con dificultad, adolorida por el golpe en la cabeza. Una llamada entrante a su celular la ha despertado.



Estela: (contestando) ¿Eres tú?

Voz distorsionada: Qué buen acierto. Efectivamente soy yo. Pensé que no darías con el lugar exacto al que quería que fueras.

Estela: ¿Para qué me golpeaste en la cabeza?

Voz distorsionada: Haces demasiadas preguntas, pero debo ser yo quien te las haga a ti. Estuve revisando tu celular. ¿Qué pretendías llamando a la estación de policía? ¿Proteger a tu hermanita para evitar que la matara?

Estela (nerviosa): Yo sólo…

Voz distorsionada: (la interrumpe) ¡Cállate! Te advierto que conmigo no puedes jugar chueco. Estás en mis manos.

Estela: ¿Hasta cuándo vas a seguir con esta estupidez?

Voz distorsionada: Hasta que yo quiera. Date la vuelta.

Estela, aún sentada en el piso, voltea la cabeza y se queda aterrada al ver a Marcela sin vida, pero con los ojos abiertos, crucificada en una cruz invertida, de manera macabra.

Estela: (tartamudeado) Mar… Marcela. La mataste…

Voz distorsionada: Era una pobre idiota fácil de manipular. Estaba loca, pero ella ya no importa. Preocúpate por descifrar el siguiente y último acertijo. Lo tiene entre los dientes.

Estela se levanta del piso lentamente muy consternada e impresionada, se acerca a Marcela y le quita una hoja de papel que tenía puesta entre los dientes.

Voz distorsionada: Para este acertijo, utilicé un juego de palabras más fácil de comprender para ti (Se ríe) Te vas a quedar petrificada cuando lo descifres con el paso del tiempo.

Estela: ¿Cuánto tiempo tengo?

Voz distorsionada: Un par de semanas. Te estaré llamando para darte instrucciones.

El Justiciero cuelga la llamada. Estela se guarda el celular y desdobla la hoja de papel.

Estela: (leyendo) “En las bodas de un infierno, aleatorios serán tus ruegos, cuando al xilófono al atardecer, una “s” le agregues a él”

Estela mira por última vez el cadáver de Marcela, retrocediendo mientras se cubre la boca con un mano y acto seguido, sale corriendo de la bodega.

CONTINUARÁ…

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